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PornoXplotación

Martes, 1 de diciembre 2020, 04:00

Cuando me llegó el nuevo libro de la directora de cine social Mabel Lozano, escrito a cuatro manos con el policía experto en trata y explotación de personas, Pablo J. Conellie, me resistí a leerlo. Ese arranque de una descripción tan aterradora como repugnante de ... la grabación de una escena, que sufría una improvisada actriz porno, me alejaba sin remedio del texto. Siempre me asqueó el cine porno. Incluso cuando desconocía que tras él se escondía un negocio turbio de captación de pobres desgraciadas sin alternativa, o de adolescentes y niños ingenuos, que se meten en la boca del lobo sin darse cuenta. Pero aterrizar en esa autopista de guarradas, para descubrir cómo se lucran los proxenetas, siempre atentos a las nuevas modalidades para explotar a las personas, me ha golpeado con dureza. Más aún hacerlo a través de testimonios reales, donde se describen todas y cada una de las prácticas a las que son sometidas las víctimas. Algunos dirán que el cine porno es un cine tan respetable como cualquier otro. Que hay festivales y premios que lo avalan. Y es cierto. Pero también lo es que muchos de sus protagonistas acaban siendo juguetes rotos tras las grabaciones continuadas de las escenas más abyectas. Si ellos, que eligen formar parte de ese universo, acaban tantas veces destruidos. ¿Qué pasa con quienes se acercan a la pornografía a través del engaño, la presión o la amenaza o de ese fantasma terrible que es la precariedad?

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