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Un artículo de esta misma semana en LA GACETA recogía que, según datos de la subdelegada del Gobierno en Salamanca, Encarnación Pérez, el balance de ... criminalidad en el tercer trimestre del año pasado había aumentado un 56 % respecto a 2021, cuando se notificaron 86 infracciones... y más de 500 llamadas al 112 de Castilla y León, 140 más que en 2021. Preocupa la sucesión de peleas durante el fin de semana en Salamanca, en Toledo, en Barcelona o en Madrid. Se constata el aumento de la violencia. Y es una mala noticia.
Es muy grave escuchar a las fuerzas de seguridad reconocer que “están perdiendo autoridad”, que la violencia y la agresividad también se refleja contra los agentes de la autoridad. ¿Culpa de la pandemia? ¿o una devaluación de los valores humanos? ¿falta educación? La mala educación cada vez está más presente. Faltas de respeto a los agentes de la autoridad, a los profesores, a los sanitarios, a las personas mayores, a los propios padres... contra todos a los que nos enseñaron a respetar por encima de todas las cosas. Y un dato más. Las violaciones en grupo han aumentado un 56 % en los últimos cinco años. Uno de cada cuatro agresores grupales es menor de edad, por lo que, ante la justicia, poca justicia. Quedará impune como en el último caso conocido en Badalona, seis menores de edad contra una niña de 11 años.
¿Hacia dónde se dirige una sociedad así? Parece que están localizados diversos focos que podrían ser la causa. En la punta del iceberg está el consumo de pornografía. El fácil acceso es llamativo. Hay redes sociales en las que no hay ningún tipo de cortafuegos y se puede acceder libremente a contenido sexual explícito tengas la edad que tengas. Libre e infinito.
Pero además existe violencia y sexo también en videojuegos o en esas canciones pegadizas, que se repiten una y otra vez y que cualquiera se sabe de memoria tras la enésima repetición en radios, redes sociales y discotecas.
Pero no vayas a buscar contenido taurino en las redes sociales. Un filtro oscuro te protege de ese muletazo de Pablo Aguado o de una verónica de Morante de la Puebla, porque eso sí que es peligroso. Dicen que si ves siete verónicas seguidas de Morante rematadas con una media puedes convertirte en un asesino en serie. Líbreme Dios. Con un tufo paternalista la propia red social te advierte de esa locura que estás a punto de cometer y aparece ese cansino rótulo de “contenido sensible”. Seguido de un texto que te anuncia lo dramático que puede ser que le des a “ver foto/vídeo/reel”. “Esta foto incluye contenido que puede resultar molesto para algunas personas”. Para “algunas personas”, menos mal. Para otras tal vez no resulte molesto. Entonces... ¿Por qué hacen esa censura previa? Quienes seguimos cuentas públicas de perfiles relacionados con la tauromaquia es porque no nos resulta molesto ver esas fotos. Entonces... ¿Por qué se censura? ¿Por qué tengo que “pedir permiso” para poder ver fotos de toros y en cambio me puedo dar de bruces con un vídeo pornográfico? Es curioso.
Y hay más. Cuando pinchas en “ver motivo” para conocer la explicación de la censura llega lo inquietante: “Recurrimos a la tecnología o a un equipo de revisión para identificar el contenido que debería taparse”, un “equipo de revisión” que tiene toda la pinta de ser como aquel inexistente “comité de expertos” del Gobierno durante la pandemia. Sigue: “Esta publicación no infringe las normas comunitarias pero podría contener imágenes que puedan resultar molestas para algunas personas.” No infringe las normas comunitarias pero como eres idiota lo tapamos no te vayas a asustar. “Tapamos el contenido sensible o potencialmente gráfico para que las personas decidan si quieren verlo”, y ahí te arrodillas ante tu dispositivo electrónico y le das gracias a la vida porque te dan a elegir, después de insinuarte que eso es “malo” y que por eso lo ocultan. Aunque en realidad, el toreo, “contenido sensible” es, por supuesto, mucho más que un videojuego violento, una canción con una letra absurda y mucho más sensible que la pornografía que se puede consumir gratuitamente, sin límite y a cualquier edad. Pero claro, eso no es tauromaquia.
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