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Señaló José Hierro que “la poesía es dar nombre a las cosas”. Pero no un nombre cualquiera, y desde luego no un nombre tramposo y enmascarador. La poesía, añadió, implica “descubrir el nombre verdadero, tapado por los nombres falsos que ostentaban”. Esos apuntes de Hierro, ... recogidos en “Elementos para un poema”, permiten deducir lo lejos que está la auténtica poesía, respecto a buena parte de la cotidiana política. La política dominante (no toda, pero sí la hegemónica y habitual) precisamente se caracteriza por recurrir a los “nombres falsos”. La utilización de trampantojos semánticos es una constante del pervertido lenguaje político: creyendo que encontrarás algo que parece enunciar el significante, te topas con un significado bien distinto al que habría sido previsible.

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lagacetadesalamanca Política y (po)ética