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En estos días aún de confinamiento, pero en los que comienza su disminución, rebaja o relajación (elijan, por favor, cualquier alternativa al horrendo término “desescalada”), ... ahora que volvemos a pisar las calles de nuestra bella y desamparada ciudad, resulta difícil sustraerse a la angustia por el sombrío futuro que nos espera. Cuando pase la crisis sanitaria, cuando dejen de acumularse los muertos y tengamos que preocuparnos sobre todo por los efectos del desastre económico y social causado por la pandemia, habrá que exigir a nuestras instituciones no solo responsabilidades por lo sucedido, sino también que pongan sobre la mesa cuáles son sus planes para la reconstrucción.

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