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Quizás Cayetano Martínez de Irujo presente sus memorias en Salamanca, sede natal del ducado de Alba y algunos de sus domicilios más notables. Su madre ... solía caerse por Salamanca durante la Feria y comer en el Río de la Plata a las órdenes de la gran Pauli. El propio Cayetano tiene también un pasado salmantino y solía frecuentar el concurso hípico ferial en el Campo de Tiro. La presentación oficial será el 23 de septiembre en Madrid, pero quizá venga luego una gira por provincias como las compañías teatrales, y en una de estas aterrice en Salamanca. El presidente del Casino de Salamanca, Alberto Estella, y el duque Arjona y conde de Salvatierra coincidieron en los toros y quién sabe... Yo le hubiese tirado los tejos “literarios” a la vista de la actualidad y el alboroto. También estaba en las proximidades Juan José Hidalgo, presidente de Globalia, por el que parece que no pasan los años. Los toros de septiembre suelen ser un imán para algunos conocidos, que buscan el reencuentro con la tierra y los suyos a pesar del reiterado esto ya no es lo que era. Nada es lo que era. Las memorias cayetanas forman parte del otoño literario, que pregona la Navidad. Los rugbier tenemos por referencia a Fermín de la Calle, que anduvo por Salamanca años atrás cuando entró en contacto con el rugby, y hoy ya tenemos en las librerías su libro “Con fina desobediencia”. En las puertas del otoño ya tienen también fecha de presentación “Moroloco”, de Luis Jesús Esteban, comisario jefe de Salamanca, o la nueva entrega de los “Manuscritos” de Luis García Jambrina, pero no son las únicas novedades a la vista. La vendimia otoñal no solo es de uvas.
La semana nos ha dejado la inauguración del curso universitario. Los rectores, Ricardo Rivero y Mirian Cortés, anunciaron la confección de planes estratégicos, lo que supondrá que sus respectivas universidades se echen en el diván del psicoanalista y salgan renovadas para unos tiempos llenos de incertidumbres en los que no sabemos qué hay detrás de las puertas y puede que sea algo que nos lleve por delante como una DANA o gota fría. De mis años murcianos recuerdo muy bien qué era ver cómo la noche caía a las nueve de la mañana, que el agua lo cubriese todo y se tocara la campana de los peligros llegado el momento de más riesgo. Algo sabemos también por aquí de riadas desde la de San Policarpo, que es la más documentada, a las que sufrieron el siglo pasado los vecinos ribereños, incluidos los del Arrabal capitalino. Hay que leer a Jacobo Sanz Hermida, Bienvenido García Martín o Ángel Vaca lo que cuentan en sus libros de nuestras riadas, o asomarse a la hemeroteca de este diario. Y parece que haríamos bien en tener planes estratégicos para la escasez o el exceso de agua.
La Feria toca a su fin, pero ello no implica que haya que tocar la campana de los peligros porque además de libros nos espera un otoño caliente en lo político y judicial, interesante de libros o de conciertos, con nuestra Lekuona y su “Break fast”, que ayer anduvo de performance en Salamanca, y también de teatro, con el regreso a su tierra de Guadalupe Lancho como Sara Montiel. También la hostelería nos va a deparar alguna que otra novedad. Pero el final de la Feria tiene que traer una reflexión sobre nuestras fiestas. Algunos pensamos que parte del modelo que ha funcionado se ha agotado y hay que crear propuestas nuevas o darle otra forma a las actuales, y harían muy bien sus responsables en no hacerse trampas al solitario, y en hablar con mucha gente para ello. Quizá sea preciso un plan estratégico de fiestas, como las universidades preparan el suyo. Ya sabe, echarse en el diván y ...
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