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D ETÉNGANME. De inmediato. Si mirar es delito y piropear también, debería estar en la cárcel. Porque soy mirona por naturaleza y me encanta piropear ... a mis amigos y compañeros. Sean hombres o mujeres. Y no tiene nada de sexual ni de malintencionado. Y menos aún de violento. Es un acto de cortesía y cariño, que solo pretende hacer la vida más agradable a los demás. Entre la lisonja y la grosería hay un camino largo de momentos y distancias. Y lo marca el sentido común y la oportunidad. Igual que hay que elegir la indumentaria para saber estar a determinada hora en un lugar concreto sin ofender a los demás, es preciso escoger las palabras adecuadas para relacionarse con los otros y saber cuándo y cómo decir qué. Y eso vale también para las miradas. Y hasta para las insinuaciones. No hace falta subrayar que si estas últimas se hacen desde diferentes jerarquías o en una calle solitaria y oscura pueden incomodar y hasta resultar una trampa mortal; pero en el proceso de conquista entre iguales, todo es un juego de señales, las insinuaciones son incluso necesarias. Respecto a las bromas, es una obviedad que las hay de buen gusto y de mal gusto. Y que unas se hacen para divertir y otras para apuñalar. Independientemente del sexo y de la condición. Vivir en un mundo tan políticamente correcto donde sea impensable no ya reírse de los demás sino siquiera de uno mismo es ponerle barrotes al aire. Encarcelar a los seres humanos en unas formas exageradas. Porque el protocolo es imprescindible para paliar los defectos de los hombres y las mujeres y, como las leyes, sería innecesario si todos fuéramos perfectos y supiéramos hasta dónde llegar y cuándo parar; pero la rigidez absoluta de las normas mata literalmente el ingenio y cercena la libertad. Y luego están los grados. Que un hombre o una mujer se sientan molestos no significa que estén siendo acosados. Y un chiste malo, por muy soez que sea, no es una agresión sexual. Entre el abrazo y estrangulamiento hay una notable diferencia. Si todo es maltrato y acoso y agresión, nada lo es. O si lo creemos así, dejemos de compartir una vida donde existen el sarcasmo, la condescendencia o la indiferencia, que tantas veces pueden hacer más daño que cualquier tipo de quebranto. No llevemos las cosas al límite, porque entonces dejarán de tener sentido. Aprendamos a diferenciar.
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