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Hoy has perdido, chico, pero no tiene por qué gustarte” dijo en clave cinematográfica un Harrison Ford convertido en Indiana Jones. Y es una frase ... que hoy le vendría al pelo a Pablo Iglesias (que espero que no se haya apostado la coleta en estas elecciones). A nadie le gusta perder, pero hay quien lo lleva con más dignidad. No es el caso. Me temo que a Pablo se le han acabado los gestos y palabras para afrontar ese descalabro monumental que le ha pillado por sorpresa. Debe ser duro para Podemos no saber hacia dónde ir, si hacia la ultra izquierda de Kichi en Cádiz, cuya victoria siempre va por libre, o hacia la moderación que parecen reclamarle con esta derrota. En todo caso, lo previsible es que no lo haga de la mano de su líder carismático. O sea de Pablo Iglesias. Han sido demasiados rejonazos (errejonazos, también) los que ha sufrido su partido a su costa. Duelo de soberbias, un chalet endemoniado, el cartel mesiánico de su vuelta de paternidad y tantos otros asuntos, uno sobre otro, han dejado la imagen del hasta ahora todopoderoso Pablo, a la altura del betún. Sin embargo, hasta ahora no había perdido la compostura. O no del todo. Pero lo de no asomar el morro después de unos pésimos resultados resulta bochornoso. Para él, para su partido y para sus votantes.

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