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Tuve la idea de acercarme el sábado a dar un paseo por el recién inaugurado parque en las laderas del Cerro de San Vicente. Con ... motivo de su apertura este mismo mes, nuestro ayuntamiento había anunciado que se han plantado unos 14.000 ejemplares de especies arbustivas en una zona ajardinada que ocupa unos 8.741 metros cuadrados. Aunque aún no se puede acceder a la parte alta, no abundan muchas zonas verdes dentro del perímetro urbano por las que pasear disfrutando de un entorno limpio y saludable.
Pero no. No fue una buena idea el paseo. Y no solo por la ausencia de esas sombras que uno espera encontrar en un parque en pleno verano. Dudo que exista un espacio recién inaugurado que al mismo tiempo presente mayor apariencia de abandono, olvido, desidia, dejadez. Es como si hubieran pensado que no se podía demorar más el momento de la inauguración pero que al mismo tiempo lo ideal es olvidarse de que existe, como tantas otras zonas de nuestros barrios. Es decir, como si ya no necesitase mantenimiento alguno para los restos. O quizás se le hayan escapado todos los jardineros y el resto del personal a la vez de vacaciones. ¿Quién sabe?
Es desconcertante ver cómo buena parte de las especies que presumen de haber plantado están secas. O cómo las barandillas de las tropecientas escaleras repartidas por la ladera están tan cubiertas de excrementos como los palos de un gallinero.
O el respaldo de los infinitos bancos instalados en los que acaso se acomodará a descansar algún despistado que volverá para casa llevándose de recuerdo de la visita un pegote orgánico bien visible en la espalda. Sorprendente también lo sucia y descompuesta que se ve el agua del único estanque habilitado en el lugar.
Lo que parece claro es que este parque del que llega a rotularse con mucho optimismo en alguno de los carteles de la entrada que nace para ayudar a luchar contra el cambio climático, aunque no parece que le hayan faltado medios para construirlo (se ha invertido en él 1,4 millones de euros) es seguro que le están faltando muchas toneladas de mimo y atención para conservarlo. O más bien que le sobra una colosal y absoluta falta de interés por mantenerlo presentable y cuidado.
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