Pedir perdón

No esperemos, por tanto, que de la noche a la mañana y por el simple hecho de asumir la vicepresidencia de Castilla y León, Juan García-Gallardo, comience a sorprendernos con un discurso lúcido, elaborado y humano. Y no nos asombremos si cada vez que abre la boca en sus comparecencias comienzan a escapársele sus ya habituales disparates que antes incendiaban Twitter y ahora desde las instituciones nos ruborizan a todos, incluidos a sus propios votantes, que empiezan a ser conscientes del monstruo que alimentaron con sus votos.

La pregunta ahora es si el presidente Mañueco, que tanto se empeñó en colocarlo en el cargo que ahora ejerce, debe sentirse obligado cada vez que su vicepresidente suelte una estulticia como la que le disparó a la procuradora con movilidad reducida Noelia Frutos, a pedir perdón por las palabras de su vicepresidente, como hizo en este caso, o debe dejar que sea el propio Gallardo el que lo intente, por más que esto suponga elevar el disparate a la enésima potencia al no ser ni siquiera consciente de que sus estupideces son la basura que denigra y sonroja al resto de la humanidad.

Sospecho que el asunto habrá que irlo dilucidando en alguna comisión gubernativa PP-Vox, porque lo que todos sabemos es que estas primeras palabras de Gallardo no solo no son las únicas barbaridades y necedades que le escucharemos a lo largo de la legislatura y ni siquiera las más escandalosas sino solamente las primeras de una larga lista que irá cayendo durante los próximos meses y que finalmente convertirán las Cortes de Castilla y León en el chabacano cachondeo de todo el país como sucedió un par de días antes con sus declaraciones sobre las supuestas enseñanzas del kamasutra que según él, el profesorado de Castilla y León estaría impartiendo nada menos que a los niños de seis años.