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Febrero, quién te ha visto y quién te ve. El de antes encerraba al sol en un baúl y apenas le dejaba asomarse. Vivía en ... tinieblas y entre nieblas. Un día y al otro también dejaba sobre el suelo una sábana blanca de hielo, escarcha, cencellada. Tiritaba el mercurio del termómetro y las chichas del cerdo sacrificado se helaban en minutos. Nos obligabas a ir envueltos en paño bejarano, amarrados con bufanda y enfundados en guantes. Y con ropa interior de franela. Se candaba el Tormes y con frecuencia venía de la Sierra de Béjar un viento gélido, casi polar, que daba a las chacinas de Candelario, Ledrada o Guijuelo su ser, su esencia. Los días iban a más pero apenas se notaba y además nadie quería salir de casa para comprobarlo: ya nos contaría alguien si por San Blas vinieron las cigüeñas o no, decíamos. Todo eso es historia o por lo menos ha sido así este año. Se dice que febrero ya no es lo que era y si antes en el Carnaval del Toro la felpa dominaba los disfraces este año igual hay que salir con atuendo carioca.

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