Panda de lagumanes
Lunes, 31 de octubre 2022, 04:00
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Lunes, 31 de octubre 2022, 04:00
El otro día, Díaz Ayuso, la gran diva de las derechas ahora que Olona es una proscrita, vino a decir que a los jóvenes de clase trabajadora nos falta esforzarnos más. Que como tenemos tantos estímulos, no somos capaces de implicarnos de forma seria en ... la labranza de nuestro futuro. Días antes, Pérez-Reverte soltaba en el programa del propagandista trasnochado Pablo Motos que “los jóvenes viven en un mundo irreal y no tienen mecanismos defensivos”. Y en el último pleno de las Cortes de Castilla y León, Mariano Veganzones (Vox), consejero de Empleo, nos llamó “vagas” a todas las personas trabajadoras de esta autonomía, afirmando en sede parlamentaria que “en esta comunidad no faltan trabajadores, faltan ganas de trabajar”.
Vagos, sobreestimulados, flojos, infantiles y holgazanes. Esta es la radiografía que hacen estos tres personajes de las personas jóvenes de este país que tanto dicen defender cuando se envuelven en la bandera. A estos adalides de la libertad se les llena la boca hablando de la cultura del esfuerzo. Repiten y repiten ese mantra liberal de que quien es pobre, es porque quiere. Porque el que no es rico, es porque es un laguman. Poco más que un gandul que vive de las ayudas de este sistema comunista en el que se ha convertido el Reino Socialista de las Autonomías Fragmentadoras de España. ¿Que si con lo que ganas no vas a poder poner la calefacción? Eso es porque no te esfuerzas lo suficiente en tu trabajo. ¿Que si los jóvenes se ven obligados a exiliarse a Madrid y perder calidad de vida? Es porque son unos niñatos demasiado excitados. ¿Que si el 19,8 por ciento de la población de Castilla y León está en riesgo de pobreza y exclusión social? Es porque son unos vagos.
El que no es rico es porque no quiere. Personas como Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, Ana Botín, Victoria Federica de Marichalar y Borbón, Marta Ortega o Borja Thyssen se hicieron multimillonarios gracias a la cultura del esfuerzo y no por sus apellidos compuestos. Así que ya sabéis, si queréis ser ricos solo tenéis que hacer mucho, mucho, mucho esfuerzo e igual retrocedéis en el tiempo y conseguís nacer en una familia de bien. Y si no funciona, siempre podréis culpar a los migrantes. O seguir la senda de la política. Porque mientras Ayuso nos dice que no nos esforzamos, se mete 103.090,32 euros al año cuando su mayor logro profesional fue llevar el Twitter del perro de Esperanza Aguirre. Mientras Veganzones nos llama vagas, él lleva desde 2008 pululando por la Junta, cobrando en la actualidad 83.582,80 euros. Y antes de que algún malpensado salga por la fácil, Pedro Sánchez se embolsa 84.845,16 euros e Irene Montero, 74.858,16 euros anuales. Aunque en esto se lleva la palma Inés Arrimadas, que gana 126.582,68 euros.
Sinceramente, me parece de un descaro indignante. Pero quizá lo peor no es que los ricos se dediquen a vociferar esas soflamas. A fin de cuentas, ellos sí tienen clara su clase y la defensa de “los suyos”. Basta con ver las propuestas de reparto de los impuestos. Quizá lo peor de todo sea aquellas personas que aplauden estos discursos a pie juntillas mientras van todos los días a un trabajo que odian para ganar un salario insuficiente.
Eso de la cultura del esfuerzo, el emprendimiento para llegar a la cima y el ascensor social con el que te vuelves adinerado es una estafa piramidal lo mires por donde lo mires. Somos fruto de las condiciones socioeconómicas en las que crecemos. Y en el caso de los castellanos y de los leoneses, de la tierra en la que nacemos. Y ya no hablaré por mí, como joven trabajador, sino por todas mis amigas y amigos que aceptan trabajos mal remunerados porque no les queda otra. Y por mucho que nos llamen panda de lagumanes, nosotros no tenemos apellidos compuestos.
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