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Vivo en un “flashback” permanente. La actualidad de 2023 me ha llevado de vuelta a mis años adolescentes del BUP, que coinciden con mi terrible ... enfado con España, a la que en aquella época veía polvorienta y aún rehén de Alfredo Landa al grito de “¡qué vienen las suecas!”; unos tiempos en los que quienes teníamos el privilegio de viajar, lo hacíamos en realidad al futuro, pues París, Londres o Nueva York no eran ciudades, eran planetas casi de ciencia-ficción. Era tan gilipollas, al estilo de Jiménez Losantos con sus veleidades revolucionarias, que me avergonzaba España. Sólo Adolfo Suárez y la gente de la UCD me hicieron tener fe en una España moderna y potente. Ellos (y ellas) lo eran y, hasta hoy, ha sido lo mejor que hemos tenido. Luego, el abismo.
Pero España, con el millonario impulso de Europa, fue reconstruyéndose sobre los sólidos cimientos del franquismo al que, por cierto, olvidamos de manera ejemplar y sin acritud en un plis plas... Y de ahí a la Movida, todos en la universidad, el Renault 5, Barcelona 92, el AVE a Sevilla, y un lugar de privilegio en el mundo, en el “top ten” con Aznar, además de ser el mejor lugar para vivir, o casi.
De hecho, las suecas vinieron... y se quedaron. El “landismo” definitivamente murió. ¿Murió? No way José. Vivimos hoy, 2 de marzo de 2023, en un “landismo” pero no mojigato o cateto, sino perverso, criminal, cutre, franquista y hortera por obra y gracia de un PSOE que siempre estuvo lleno de complejos y manías -y como toda la izquierda, lleno de resentimiento gratuito-, que acabó descarrilando con Zapatero para terminar aplastándonos con Pedro Sánchez, el sátrapa que cada día da más sentido al libro de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, “Cómo mueren las democracias” (Ariel).
Ya no me avergüenzo de España, pero me sonroja que seamos un país más casposo que hace cuarenta años, que hayamos caído en el sofá de la indiferencia, el fútbol y la cultura cervecera.
Somos un país de horteras por obra y gracia de una política de horteras redomados que ni siquiera intentan disimularlo, pues es lo que se espera de ellos y lo que aceptamos nosotros, torpes y estúpidos ciudadanos. Y ahora, otro bochornoso espectáculo -tan del gusto socialista- con todos los ingredientes: prostitutas, cocaína, copas, comilonas, y hasta con su guardia civil. Están todos. Si Alfredo Landa levantase de la cabeza...
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