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Las inevitables paellas van abriéndose hueco en la información como parte de las fiestas veraniegas, que entran en su temporada alta. Paella, sangría y verbena ... forman el triángulo sagrado del verano festero, que se hace pentágono con la misa y la procesión. Alguien dijo que la paella fue un invento de Manuel Fraga, ministro de Información y Turismo con Franco, considerado por sus aduladores el inventor del turismo nacional. Hoy sabemos que no es así, pero también que la paella de este verano fija el rasero por el que se va a medir a los nuevos alcaldes y concejales de festejos. Leo que José María Pemán describió en verso a la paella como “plato decisivo, gremial y colectivo, religioso, donde todo es hermoso y todo se distingue” y también “plato donde un grano es un grano, como un hombre es un voto”, así que la paella tiene su política, como también su literatura, desde Dionisio Pérez a Emilia de Pardo Bazán o Blasco Ibáñez, y su cultura, además de admiradores y detractores. Es uno de los estandartes de la cocina del arroz cuya referencia en Salamanca es la chanfaina, que es un guiso poco veraniego.

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lagacetadesalamanca Paella, sangría y verbena