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Me enteré de la última diarrea verbal de don Pablo Fernández en las Cortes de CyL estando a unos cientos de kilómetros de casa pero, ... aun así, me alcanzaron las tufaradas del procurador podemita. El pleno se había reunido para votar la Proposición No de Ley (PNL) presentada por el Partido Popular en contra de los indultos a los separatistas catalanes y, el secretario general de Podemos en Castilla y León, olvidando el decoro que debiera tener como predicador parlamentario a sueldo, embarró una vez más la piel de alabastro del hemiciclo con su retórica fecal y malsonante. Y todo ello sin necesidad de tener que correr a esconderse tras los matorrales como hacen los caganer con barretina de los belenes navideños. La verdad es que no sé qué musas pueden inspirar las sucias peroratas del político leonés, quien, autocomplaciéndose en lo escatológico, acostumbra a hacer oposición evacuando porquerías. ¡Por favor, papel higiénico para vendar la boca de tan cochina señoría o, mejor, a aliviarse al corral! Los salones de la democracia son espacios para la avenencia y desavenencia política, no vulgares estercoleros.

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lagacetadesalamanca Pablo Fernández y su verbo sucio