Secciones
Destacamos
LAS encuestas electorales muestran, en conjunto, un sesgo cada vez más evidente a favor del centro derecha. El PP conserva la máxima fidelidad de sus ... votantes, no pierde prácticamente nada hacia otros partidos y disfruta de varias vías de expansión: continúa engullendo a Ciudadanos, recibe voto de retorno procedente de Vox e incluso parece haber abierto una brecha en la frontera con el PSOE. De suerte que el clásico empate izquierda versus derecha se ha desequilibrado a favor de la derecha. Si mañana hubiera elecciones, los partidos de la derecha obtendrían al menos dos millones de votos más que los de la izquierda, excluidos los nacionalistas.
Sin embargo, seis de cada 10 votantes del Partido Popular declaran que Pablo Casado les inspira poca confianza y sólo el 44% lo ve como favorito para presidente del Gobierno. Sus votantes dan a Casado un aprobado raspado (5,5) y el 28% de ellos lo suspende.
Pero Casado no debería alarmarse, porque no es la primera vez que esto sucede. En las dos ocasiones anteriores en que el PP desalojó al PSOE del Gobierno, el tirón del líder (Aznar en 1996, Rajoy en 2011) era muy inferior al de la sigla; el motor del cambio fue el rechazo visceral a un poder socialista abrasado, la perspectiva de la alternancia y la movilización masiva de la derecha.
Según el conjunto de las encuestas analizado por Ignacio Varela, el PP está en disposición de volver a ser la primera fuerza en Madrid, Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Aragón, Comunidad Valenciana y Murcia, y podría disputar el liderazgo en Extremadura y Baleares. En los territorios en que el PSOE mantiene clara ventaja sobre el PP, los socialistas han de repartirse el pastel con los nacionalistas (con la excepción de Asturias). Un auténtico tsunami territorial que, si se manifestara en unas elecciones autonómicas y municipales previas a las generales, dejaría el partido de Sánchez a los pies de los caballos.
No es que estos datos signifiquen que Casado tenga asegurada su entrada en La Moncloa, pero le bastaría con aglutinar a la derecha. Esa es la parte fácil. Para gobernar, necesita abrir un hueco decisivo respecto al PSOE; y eso pasa por atraer a un número importante de votantes de Sánchez de 2019. Es la parte difícil, pero imprescindible.
Ahora bien, para ello al PP le bastaría con seguir una norma militar elemental: Cuando el enemigo se equivoca, conviene no distraerle... Y este “enemigo” se equivoca, y mucho. Sobre todo en Cataluña.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Joaquín Leguina. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.