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Einstein demostró sobre el papel que los viajes entre dimensiones son teóricamente posibles. Stephen Hawking organizó en su college Gonville y Caius, en Cambridge, el ... 28 de junio de 2009, una fiesta para viajeros interdimensionales, pero resultó un fracaso porque no asistió nadie. Hasta ahora, el que más se había acercado a la demostración práctica es un investigador de la British Columbia, Ben Tippett, que aseguró en 2017 haber desarrollado un modelo matemático que utiliza el espacio-tiempo curvado para posibilitar el fenómeno.
Ahora repaso estos avances, el estado de la investigación, para averiguar si la ciencia puede explicar lo que me está pasando. A mí me basta con subirme a un Alvia con destino a Madrid y desde allí volar a Berlín, finalizadas las vacaciones de Navidad, para atravesar un agujero de gusano. Y no vais a creerme cuando os cuente cómo son aquí las cosas. En esta otra dimensión, Europa vive al borde de una guerra.
Las portadas de los periódicos y los acalorados debates políticos enfrentan a quienes son partidarios de enviar cuanto antes tanques a Ucrania y quienes defienden que la OTAN permanezca lo más ajena posible al conflicto. Hasta el portero diferencia entre modelos de carros de combate Marder o Leopard y te habla de sistemas de misiles Patriot, con la misma desenvoltura que, en la dimensión de la que vengo, estamos familiarizados con los matices y tecnicismos legales de los delitos de sedición o malversación.
En esta dimensión que os describo están todos muy preocupados por si a Putin le molesta que los europeos enviemos armas a los ucranianos y el gobierno está implementando nuevas medidas para paliar los efectos de la crisis de la inflación. Les aterra una nueva desaceleración de la economía, mientras que en la otra dimensión, en la que os he dejado a vosotros, ni la crisis ni la guerra forman parte de la realidad gubernamental.
Este universo es mucho menos mágico: aquí no caen del cielo jeques árabes interesados en invertir en áreas despobladas. Y aunque hace frío, un porcentaje de dos dígitos de la población no enciende la calefacción porque están convencidos de que es necesario ahorrar energía. Pero esperad, porque suceden hechos todavía más extraordinarios.
Acaban de detener a dos sospechosos de terrorismo que no pertenecen a ningún partido político ni sueñan con ocupar un cargo en las instituciones. También han detenido recientemente a veinticinco sujetos que no están de acuerdo con la Constitución ni con leyes básicas del Estado y pretendían hacer cambios por su cuenta. Y hace unos días, la semana pasada, el presidente de Alemania ha celebrado en el Palacio de Bellevue la renovación de dos miembros del Tribunal Constitucional ante la indiferencia generalizada. Como si tal cosa, ha despedido cordialmente a los jueces Monika Hermanns y Peter M. Huber y ha saludado la llegada de sus sucesores, Rhona Fetzer y Thomas Offenloch. Y si os puedo decir sus nombres es solamente porque aparecen en el tarjetón de la invitación al acto.
He cometido la torpeza de preguntar a mi acompañante si son conservadores o progresistas y me ha devuelto una mirada compasiva, como si se hubiera caído sobre mi cabeza la biga maestra del Estado de Derecho. Aunque tendríais que haber visto también mis ojos parabólicos tras comprobar que mis vecinos no han escuchado la canción de Shakira. Y cuando he preguntado por el libro de Harry, uno de ellos ha pensado que me refería ¡al niño con gafas y barita!
No necesito más pruebas para constatar que he cruzado a un universo paralelo, en el que, por cierto, sigue siendo necesario trabajar para vivir. Me espanta la posibilidad de quedarme aquí atrapada.
¡Me perdería la renta mínima garantizada de 1.400 euros al mes que promete Belarra! Y sospecho que la próxima brecha espaciotemporal no se abre para mí hasta Semana Santa.
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