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Continúo relamiéndome de las tapas de toro de lidia que nos han acompañado estos días feriales y me preparo para el Foro del Ibérico, donde ... tendremos presencia salmantina bajo los focos: Pablo Antonio de Villoria, Joaquín Carrasco, Gonzalo Sendín, Carlos Hernández del Río, José Sánchez o Paula Gutiérrez, a la que deseo toda la suerte en su concurso de cocina de ibérico. La nuestra es, sobre todo, una despensa carnívora y de ahí la hiper sensibilidad a determinadas informaciones, aunque en los últimos tiempos se abre camino lo verde entre huertos y mercados ecológicos, como el de ayer. Una despensa esencialmente de otoño e invierno, que teme la llegada del lobo, con licencia para matar, dicen los ganaderos, y de la loba. En la Salamanca clásica los estudiantes de algunos colegios mayores, como el del Pan y Carbón, llevaban loba, parecida a una sotana. Y el lobo, recuerdo, estuvo muy presente en nuestras calles clásicas, que muchas eran “como boca de lobo”, por ejemplo, la del Tostado, llamada entonces del Trasgo, o la de Hovohambre, denominada Lobohambre en algunos documentos. Sin olvidar que los hambrientos estudiantes de entonces eran comparados con lobos por los comerciantes, atemorizados por sus asaltos.

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