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El Día de la Mujer del pasado año, en vísperas del gran confinamiento, tuvo su escándalo y este año puede ocurrir lo mismo. No parece ... oportuno celebrar concentraciones con los datos actuales, como no lo era --¡con unas mejores cifras! —en el Día del Orgullo LGTB, y por eso no hubo ni desfile ni nada, e incluso el pasado 5 de enero, cuando se suspendieron las cabalgatas de Reyes Magos, sin que los niños se rebelasen en este caso. Mis amigas más feministas, algunas muy radicales, entienden que como haya repuntes, brotes y rebrotes las van a crucificar y me han comunicado que ese día se vestirán de morado hasta donde les alcance el fondo de armario, y con Rozalén a tope. Dentro de los reconocimientos municipales para este 8-M me ha hecho especial ilusión el de Conchi Lillo a la que sigo en Twitter con devoción sus referencias científicas, y, además, es estimulante su saludo diario en la red con “ojazos”, hacen salivar sus “homenajes” en el aperitivo y fascina su entrega a la causa de la divulgación científica. El de Paz Encinas, alma, corazón y vida de la histórica perfumería “La Cibeles”, en la que continúa a sus años, también emociona; al igual que el de Manoli Martín, la del “Café de Chinitas”, legendario local de Van Dyck, por lo que tiene de tributo a las modestas cocineras de bares, artífices de un “pincheo”, “tapeo” y raciones tras los cuales hay una cocina de verdad, auténtica, y de toda la vida, igual que lo es el reconocimiento a Patricia Balboa, médica y activista de algo tan necesario para la vida como la sangre.

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