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SALUDOS desde Santander. Como todos los años un grupo amplio de salmantinos nos dejamos caer por las tierras de “Revilluca” (al menos él piensa que ... son suyas) para encontrarnos con playa, buena comida y disfrutar de las vacaciones.
Y tengo entendido que por nuestra ciudad hace calor como para repartir por Siberia y que se pongan un bañador, pero aquí... Aquí nada de nada. El que dijo eso de que iba a ser el verano más caluroso en España de los últimos años se olvidó de Cantabria. Vamos como el Gobierno con Salamanca con los trenes. La frase de “no llueve así que bajamos a la playa” se repite casi a diario como el canto del gallo y, tras el rato de playa, subimos a casa para ducharnos, quitarnos la arena, la sal y entrar en calor. Pero no vamos a quejarnos, que estamos de vacaciones.
Lo que me resulta curioso es que nos sorprenda que en España, en agosto, haga calor. Si lo contrario sería lo extraño, vamos lo de Santander. Tanto es así que una amiga que trabaja en un informativo, harta de todos los años hacer la pieza de que en Sevilla hace calor en verano, decidió enviar la misma pieza del año anterior. Su jefe, que se dio cuenta, la llamó vaga y ella, con todo su rostro, respondió que lo que hacía era optimizar recursos. Llamar a la vaguería optimizar recursos es como llamar a un contenedor dispositivo de selección de residuos para su reutilización posterior, o al flan tembladera de huevo coronada por azúcar fundida (la segunda es del gran Leo Harlem).
Calor y subida de la luz, que ha llegado a triplicar su precio con respecto al mismo periodo del año anterior, es muy mala combinación. Porque nuestros aliados contra el frío en las ciudades, son los aires acondicionados, ventiladores en su defecto, y las neveras. Se pongan como se pongan, el abanico y el botijo no son igual de efectivos. Y al final los que más padecen el calor son los que peor lo toleran y los que menos pueden desplazarse buscando destinos con menos grados (Santander por ejemplo), que son los mayores.
Pero claro para nuestro “querido” des-Gobierno, la culpa la tiene Rajoy de la subida de la luz. Rajoy, Franco, las naves que vienen de Raticulín o el cha cha cha... Pedro camina sobre los problemas, pero nunca se moja en ellos.
Y yo, que en nada vuelvo a nuestra ciudad, me voy preparando para cambiar la manta por dormir encima de la cama, el jersey por la manga corta, los calcetines por las chanclas... Y vale, es verdad que tengo aire acondicionado en casa, pero no sé si me atrevo a encenderlo.
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