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Observo con satisfacción que últimamente empiezan a ser noticia en la prensa y en algunos canales televisivos todo lo relacionado con esos avasallamientos, robos y ... asaltos de la propiedad privada por parte de delincuentes mal llamados okupas. Maleantes con frecuencia jaleados por determinados medios y exaltados hasta la impudicia por partidos cuyos cabecillas no soportarían que nadie se acercara a sus propiedades particulares recientemente adquiridas, ya sean rústícas o urbanas, ya sea en Vallecas o en Galapagar.
Parece ser que las leyes permiten –y me atrevería a decir que hasta fomentan– estas actuaciones por parte de mafias cuyos turbios objetivos resultan transparentes para el sentido común, pero no para la justicia que, en estos casos, no parece sustentarse, precisamente, en el más común de los sentidos. O, para ser más exactos, puede que la clave del asunto esté en la legislación al respecto, que permite que tales desaguisados permanezcan impunes y sólo tras meses o años de litigaciones los legítimos propietarios recuperen sus expoliados bienes. Pues si la ley deja que los okupas campen por sus fueros, peor para la ley. Cámbiese ya. ¿A qué esperan?
La vivienda es un problema. No lo es menos el hecho de que hay miles de “soluciones habitacionales” –por usar el término acuñado por aquella ministra zapateril de infeliz recuerdo– desocupadas, en manos de grandes corporaciones, fondos buitre y otros carroñeros de la propiedad inmobiliaria. Pero algunos de los casos que vemos en los noticiarios producen escalofríos: ancianos que no pueden regresar a sus casas y, además, han de correr con los gastos de agua, luz, etc. Contentos y calladitos, porque pueden ser denunciados por los ladrones. El mundo al revés.
Humildemente propongo que todos los políticos profesionales, o los profesionales de la política, que viene a ser lo mismo, hagan donación de una de sus viviendas supletorias. Si escrutamos las declaraciones de bienes de los cientos de parlamentarios de distintos parlamentos y parlamentillos, hay casas para dar y tomar. Pues eso, que cedan una de ellas y tendremos miles de viviendas a disposición de los sin techo.
Un amigo mío, brutico él, dice que al igual que los ganaderos se asociaron y fletaron un avión de esquiladores desde Uruguay para solucionar un problema acuciante y puntual, por qué no se crea una asociación de damnificados por los okupas y se fleta desde Colombia, pongamos por caso, una aeronave con “desokupadores” que durante unos meses traten de convencer a los ilegales okupantes. Yo le digo que es fomentar la violencia, pero me refuta arguyendo que también Jesús echó a latigazos a los okupas del templo de Jerusalén, y que san Pedro tiró de espada y le rebanó la oreja a Malco, el sirviente de Caifás. Ante esto, me quedo sin argumentos.
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