Ocho apellidos musulmanes
Jueves, 4 de junio 2020, 05:00
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Jueves, 4 de junio 2020, 05:00
Hace unos días leí las estadísticas de nacimientos en el País Vasco publicadas por el Eustat —Instituto Vasco de Estadística—. En una de las tablas ... se recogía el porcentaje de alumbramientos por parte de madres extranjeras en el año 2019: un 28% (casi el 29%) del total.
El dato no carece de ironía. Seguro que en el cementerio de Pedernales, por la noche, se escucha el agitar nervioso de los huesos de Sabino Arana al saber que su idolatrada raza vasca, aquella que él defendía como superior en todo a la raza española, está siendo mestizada a marcha de cencerro zumbón. ¿Veremos un lehendakari negro? Justicia poética; la sangre de los cobardes que mataban de un tiro en la nuca se diluye como el azúcar en el agua. A este ritmo, en menos de cien años, lo más parecido que quedará a un vasco genuino será el bonito del marmitako.
Es curioso —bueno, en realidad lo ve un ciego— que la proliferación de los extranjeros en el País Vasco ocurrió a raíz de que aprobasen la Renta de Garantía de Ingresos (RGI). —¡Hola Ingreso Mínimo Vital! —. Los partidarios de la RGI defienden a capa y espada que la ayuda no genera un efecto llamada de la inmigración ilegal. Pero las fechas y los datos están ahí.
Tengo un familiar que ejerce la docencia en un instituto público de la gabacha tierra. Recuerdo que hace veinte años me relataba que la situación se estaba yendo de madre. Decía que se sentía como Michelle Pfeiffer en la película Mentes Peligrosas; pinchos escondidos y preparados para apuñalar; bandas de jóvenes organizados para asaltar, con extrema crueldad, a ancianos; desfiles de drogas en los baños y padres con tres mujeres y catorce hijos cobrando, en ayudas, cuatro veces más del salario mínimo francés. «¿Así cómo van a querer trabajar o estudiar?» —decía ella, indignada.
De esto, repito, hace ya veinte años.
Desde hace unos años, en Europa, los chalecos negros franceses (gilets noirs) —el mayor colectivo de inmigrantes indocumentados en Francia— queman coches, cierran avenidas y apedrean monumentos en París; ahora, en Estados Unidos, turbas enfurecidas, alentadas por grupos antifascistas —los amigos del jorobado— usan como excusa la muerte de George Floyd (que según la autopsia oficial falleció por sus problemas coronarios asociados al consumo de drogas) para saquear tiendas de lujo y apalear a cualquiera que trate de proteger lo suyo. La pólvora ha prendido y en España ya vemos algunos conatos de anarquía en Cataluña.
Es cierto que en nuestra tierra las corrientes sociales suelen llegar con cierto retardo pero internet ha acortado ese lapso. Ignoro cuánto tiempo pasará hasta que veamos tamaña violencia en nuestras calles pero es indudable que acabará llegando. El terreno ya está sembrado, sólo falta que alguien empiece a menear el árbol para que la izquierda recoja las nueces.
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