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Con la crisis energética que estamos sufriendo, peligrosamente hiperdependientes de terceros; con nuestra industria y servicios acosados por los altos costes, la presión fiscal y ... regulatoria; con los excesos de la legislación laboral y con unos precios de la electricidad y de los combustibles a niveles de locura (tanto derecho del consumidor y tanta tontería hueca, pero el Estado nos atraca cada día a cara descubierta), nuestra sociedad está descarrilada. Del primer mundo al que pertenecíamos nos queda el chasis y el maquillaje. Pero España, su Gobierno y los de sus autonomías —gobiernos todos tomados por una legión de incompetentes—, a lo suyo, a la destrucción del Estado, a la destrucción de NUESTRA Historia, y al botellón político. El futuro no existe y nadie, ni los políticos ni la sociedad —y con la Universidad escandalosamente callada—, cuestiona el totalitarismo en el que ya vivimos, y que los propios ciudadanos, en un alto porcentaje, refrendan con sus votos gracias a la manipulación salvaje que se ejerce desde gobiernos y tribunas mediáticas.
Y mientras aquí nos levantamos insultando a Cristóbal Colón y nos acostamos con terroristas y golpistas, en Francia —por ejemplo— se ponen las pilas, en su caso las nucleares, y proponen una Francia con un futuro próspero, industrializado, independiente, verde... y atómico, más atómico si cabe, pues Francia es el segundo país del mundo en reactores nucleares con 58. Y lo ha propuesto el presidente Macron, que ha dado un golpe en la mesa con la presentación de su plan “Francia 2030” y cuyo objetivo es modernizar la economía e innovar. Innovar e innovar como única vía de renovar una sociedad (la europea en general) descuartizada por China y por su paternalismo hacia el ciudadano; una Europa que no ha sido capaz, recordemos y avergoncémonos, ni de producir mascarillas para cumplir con su principal deber: protegernos.
Más hidrógeno, más empleo, más innovación, más industria avanzada, y menos dependencia tecnológica es lo que propone Emmanuel Macron. En España vemos burros volando y terroristas de cañas.
... Y mientras, yo fantaseo con una Salamanca con una universidad de vanguardia, una central atómica, un centro de residuos radiactivos, y con nuestra joya tecnológica (que por cierto, alimenta a las nucleares francesas), la fábrica de Juzbado... Así de claro.
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