Borrar

De nuevo nos vemos acaparando harina y papel higiénico, como si no hubiera un mañana. No habrá olvidado que la harina estuvo en el top ... de los productos más vendidos en el estado de alarma porque nos dimos a la panadería y repostería por encima de nuestras posibilidades, haciendo de cada casa una tahona o un obrador de pastelería. Y también por encima de nuestras posibilidades vaciamos estantes de papel higiénico con la voracidad de las langostas. Saquemos otra vez el rodillo y la levadura para esas largas noches que nos esperan en casa bajo toque de queda, que es una expresión terrible de nuestros días como confinamiento perimetral, estado de alerta, colapso sanitario... que un día tras otros sueltan Casado e Igea en sus comparecencias, como sermón de aparato para las pupilas de la Mancebía o de San Vicente Ferrer contra los pecadores. Noches de bizcochos, tartas y galletas caseras, cuando lo casero se impone. De hecho, el otoño es muy dado a lo casero, porque es la estación de los primeros guisos de cuchara, y la cuchara nos traslada a la cocina doméstica, pero también a los sopistas y sopones, como los de Torres Villarroel, que alumbraron a nuestros tunos. Llevaban una cuchara en el cinto como otros portaban una daga, una cuchara para el bodrio, aquella sopa inventada en Esparta y “perfeccionada” en los conventos salmantinos y en la casa de Cabra, el inolvidable personaje de “El Buscón” de Quevedo. Sobras de sopa, mendrugos, verduras y legumbres, dice nuestro Diccionario de la Lengua que lleva el bodrio, que de entrada suena bien, pero... Era un guiso mal aderezado, como el discurso del voxero Santiago Abascal, cuya moción de censura contra Pedro Sánchez ha encumbrado a Pablo Casado. La política, a veces, tiene estas cosas, pero esto es harina de otro costal.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Sigues a Santiago Juanes. Gestiona tus autores en Mis intereses.

Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Noches de bizcochos