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El caso del “tito Berni” nos ha devuelto de un plumazo a las cloacas de la corrupción. Producen náuseas las revelaciones que cada día estamos conociendo, de uno de esos casos de corrupción que reúne todos los ingredientes de la degradación política y personal.

No ... sé qué puede pasar por la cabeza de un tipo de estos para actuar así. No imagino qué sensación de impunidad puede tener un sujeto para mezclar comisiones, prostitutas, cocaína, gin- tonics y reservados, sin pensar que algún día caerá sobre él la maza de la Justicia. En este país hemos visto entrar en la cárcel al yerno del Rey, a un ex vicepresidente del gobierno y ex director del Fondo Monetario Internacional, a ex ministros, a ex presidentes autonómicos, a un ex director de la Guardia Civil, a banqueros de reconocido prestigio y a empresarios de postín, sin que se hayan removido los cimientos del Estado. Por eso cuesta creer que a estas alturas, un diputado, un general de la Guardia Civil y un empresario, piensen que pueden montar una cutre-trama delictiva sin que les pillen. Y encima dejarse retratar en todo tipo de burdeles para dejar más evidencias de sus andanzas.

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