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Aunque juego con ventaja en un campeonato completamente desequilibrado en cuanto a capacidades intelectuales, conciencia social, experiencia vital y sentido común, cada día Pedro Sánchez ... y sus ministros se empeñan en hacerme sentir más y más superior...
Y es que el discursito del presidente del pasado martes con ocasión del debate sobre el estado de la Nación -de qué debate hablan, de qué estado, de qué nación- no hubo por donde cogerlo, me resultó puro terrorismo verbal, o si no díganme cómo llamar a que un tío hable y en minutos el IBEX pierda miles de millones. Se acabaron las consecuencias ni a corto ni a medio plazo, para qué probar: Sánchez ha conseguido un récord histórico galáctico: reventar el país en directo. Cómo no sentirse un genio (con algo de Teresa de Calcuta) frente a este Gobierno de locos iletrados que se saca de la manga a cada rato las más dañinas medidas que, salvo para espantar al inversor, no sirven para nada.
Pero venga a regalar, que si 20 céntimos, que si cheques juveniles para la “Play”, que si trenes gratis, que si cien euritos por aquí y doscientos por allá, y suma y sigue, que el dinero público no es de nadie, idea que ha calado en la población. Vivir es gratis gracias a Pedro Sánchez, ¡oh lord!, que cantaría un grupo de góspel... Me siento un genio, aunque un genio desahuciado, desubicado, abandonado y desesperado de ver como mi país se va a la mierda gracias a la orgía de corrupciones, pues no hay mayor corrupción que comprar el voto de una sociedad previamente convertida en imbécil.
Nada de mejorar la Educación, de optimizar la Sanidad, de recomponer nuestra presencia en el mundo, ahora nula; nada de hacer infraestructuras y de mantener las existentes; nada de repensar la política energética en estos tiempos convulsos; de centrales nucleares, seguimos en el antediluviano “no, gracias”, pero financiamos alegremente a la industria atómica francesa; de bajar impuestos, rien de rien, todo lo contrario; y de ponerle las pilas a la banca, a las compañías energéticas y de telecomunicaciones para que nos traten como merece un cliente y no como a esclavos, ni mu, pero en cambio Sánchez las asalta fiscalmente para que a la vuelta de un mes dichas empresas nos estén asfixiando para resarcirse del atraco de la banda sanchista. Pura teoría y práctica de El Mal, y no hay genio que lo enmiende. Al tiempo.
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