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Tenemos presidente del Gobierno y en unas horas tendremos también Gobierno. Los llamados tendrán que apretarse en la mesa del Consejo de Ministros, dicen los ... cronistas, como si de la cena de nochebuena de una familia numerosa se tratase, y estar preparados para todo porque lo que viene no va a ser fácil para nadie. La niebla persiste. Uno sabía guiarse hasta la calle del Cristo de los Milagros siguiendo el olor a pollo asado de Carol y Juan, pero cierra por jubilación y no parece que los históricos “credos” a la milagrosa imagen, sirvan para mucho a estas alturas, a diferencia de los huevos a las desaparecidas clarisas, que eran mano de santo para el buen tiempo, pero para esto no lo veo. Quizás haya que fiarse más del olfato que de otros sentidos en este tiempo que acabamos de estrenar.
Las “Edades del Hombre” de José Velicia y Sebastián Battaner siguen rescatando cultura muchos años después y el histórico monasterio de Las Claras, el de los huevos, seguirá abierto. Pocos recuerdan que aquel mayo de 1989 coincidieron bajo el artesonado del monasterio la Reina Sofía, Jorge Semprún y José María Aznar, además de Pío García Escudero, que fue el arquitecto que dirigió la rehabilitación del recinto junto a Enrique Nuere, y recibió por ello el “Europa Nostra”. Aquel día, la madre superiora confesó la ofrenda de huevos para que hiciese buen tiempo porque la ocasión lo merecía. Bueno, pues hace tiempo, uno rezó “credos” y acarreó hasta allí huevos con la esperanza de que la ciudad, Salamanca, recuperase su “Museo de la Ciudad”, que antaño tuvo, pero he perdido la fe como aquel personaje unamuniano. Quizá sea cosa de la niebla. Enero es un buen momento para recuperar la esperanza y leer o releer “Niebla”, de Miguel de Unamuno, pero se ha cruzado “El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y guerra civil españolas” en la edición de los Rabaté, que es el esqueleto del pensamiento que hundió a don Miguel aquellos días. Tiene razón Miguel de Unamuno Adarriaga cuando escribe que su abuelo murió en el triste año de 1936 y de ese año, y la tiene, también, Román Álvarez cuando escribía aquí hace unos días que este 2020 tendremos más ración de Unamuno: audiovisual, escrita y hablada. En aquellas notas ya aparece el “vencer no es convencer; conquistar no es convertir”. Notas en las que he buscado alguna que sirviese de percha para colgar un comentario al episodio de la investidura de Pedro Sánchez y sus circunstancias, pero todas me parecen muy fuertes y podrían malinterpretarse. O no.
Enero es un mes frío en Salamanca -quizá el más frío junto a febrero- y las nieblas campan a sus anchas y se meten hasta los huesos. Se ven en las resonancias y radiografías si uno se fija bien, me han asegurado mis amigos radiólogos con su vista hecha a ello por el oficio. Nieblas nocturnas que amparaban los duelos estudiantiles en la trasera del Hospital del Estudio, en el llamado “Desafiadero”, que es como podríamos haber llamado estos días al Parlamento. Solo ha faltado a sus señorías la bofetada de la ofensa, sacar la espada o la pistola y citarse de madrugada, envueltos en la niebla y embozados con la capa. Pero sabemos que la sangre no llegará al río. Enero comienza a animarse con Madrid Fusión, San Antón y San Sebastián, y hay quien ya ve los días más largos cuando asoma San Vicente. Venga, ya tenemos Gobierno. A ver cuánto dura, dice el sanedrín del desayuno en la barra del bar. Con b, por favor.
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