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Pues el jueves que viene ya es Nochebuena. Pues al revés que otros años, en los que casi sin darte cuenta el tiempo se te ... escapa entre los dedos, este se nos ha hecho eterno. El 2020 no va a ser un año recordado con cariño para España, ni mucho menos. Está en las antípodas de 1992, en el que Curro y Cobi nos pusieron ante los ojos de todo el mundo, y nos permitieron presumir. No, el 2020 no, nada de nada, ni mucho menos. En unos años, espero, el 2020 será como las pelusas que tenemos debajo de la cama, que sabemos que están ahí, pero preferimos ignorarlas y hacer como que no existen.
Bueno, lo que decía, que el jueves que viene ya es Nochebuena, y no sé vosotros, pero yo, a diferencia de otros años que todo el mundo te contaba con ilusión dónde y con quién iba a pasar esa noche, yo lo que escucho es “pues depende”, “a ver lo que nos dejan hacer”, “espera que no cambien nada”... Lógico, en un año en el que los que nos gobiernan (o deberían hacerlo) han dado tantos bandazos que nos han hecho vivir en una montaña rusa, ya no tenemos seguridad de nada, y así es difícil organizar el futuro, y no solo me refiero a una cena.
Y tratamos de cambiar nuestras costumbres, creando otras nuevas que metemos con calzador, por ejemplo, que la cena del 24 sea una comida, por aquello del toque de queda. Y vemos cómo curiosamente ni Gobierno ni la Junta quieren ser los malos de la película y los dos piden que sea el otro el que nos castigue sin recreo. No van a ser unas buenas navidades, no vamos a poder ver a todos los que queremos, ni vamos a poder cometer esos excesos que estos días estaban permitidos por aquello de “es Navidad”. No vamos a estar todos los que éramos, ni tenemos todo lo que teníamos hace un año. Y han sido las navidades más largas en años, por aquello de que se ha encendido la iluminación navideña más pronto que nunca, a ver si conseguían subirnos un poco el ánimo y salvar la campaña que tanta falta le hace al comercio y hostelería de la ciudad. No sé si ha sido una medida muy efectiva, aunque la intención era buena y eso se agradece.
Pero nos sigue quedando el turrón, el muérdago, Papá Noel, Melchor y sus ayudantes (Melchor es mi preferido), la comida, el rojo y dorado... Así que ¡Feliz Navidad!
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