Múuuuuuuu!!!!!

No he salido aun de mi perplejidad cuando al segundo mi amiga publica en sus cuentas sociales su anatómica y casi perfecta jartá de huesos, enfundada en un trikini reducidísimo y estampado con decenas de vaquitas apacibles y sonrientes, mientras ella mira al mundo desde unas gafas XXL de espejo, donde caben el verano y el Mediterráneo enteros.

Múuuuuuuuu!!!!! —escribe al pie de la imagen en larguísimo mugido—. La verdad es que la publicación de mi amiga me ha dado mucho que pensar. Mayormente por el panorama desolador que hoy el campo está sufriendo: una sequía preocupante, los precios de la carne por los suelos, los de la paja por los cielos, la talibanesca política sanitaria ganadera, la falta de jóvenes, la corriente mediática anti-carne...

Tal vez el campo tenga que comenzar a buscar otras alternativas y hacerse —como me apunta la mega— más virguero, vinílico, visible y viral. Tal vez una vaca influencer podría ser la solución. ¡Cachis! Cuesta comprender cómo el mundo se ha vuelto tan aprisa del revés. ¡Múuuuuuu! —oigo decir a la ciega bajo la sombra quieta de la encina— ¡Múuuuuu! —tecleo yo en el ordenador—. Porque, ante tanta suerte de tontos y disparates, el campo siempre habrá de responder con la hermosa coral de sus sonidos.