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Quiero volver a recomendar aquí la lectura de un libro (recientemente premiado con el Premio Francisco Umbral al Libro del Año 2021 que otorga la ... Fundación Francisco Umbral) titulado “Morderse la lengua. Corrección política y posverdad” (Espasa) del que es autor quien fue director de la Academia de la Lengua y catedrático de la Universidad de Santiago, Darío Villanueva.
Toda la jerigonza política y lingüística tiene su origen en las universidades americanas, cuya afición a lo políticamente correcto las está destruyendo. Pondré un ejemplo que recoge Jano García en su libro “El rebaño” (La esfera de los libros):
Theodore Hill, especializado en teoría de la probabilidad, decidió estudiar si existían diferencias entre los varones y las mujeres con respecto a la inteligencia. Trataba de dar respuesta a una serie de datos tales como por qué hay más hombres vagabundos, yonquis, criminales y suicidas, del mismo modo que el número de varones con premio Nobel es mucho mayor que el de mujeres. Así pues, se dispuso a analizar una serie de características y datos con la ayuda del profesor Sergie Tabachnikov de la Universidad de Pensilvania. Los resultados de su trabajo determinaron que si bien en promedio la inteligencia de los varones y las mujeres es muy similar, la distribución dentro de los grupos es diversa. Los varones tienden a concentrarse en los extremos, mientras que las mujeres en el medio, lo cual significa que hay más varones que mujeres con un nivel de inteligencia muy bajo, pero al mismo tiempo también hay más varones que mujeres que cuentan con un nivel de inteligencia muy alto.
Tras recibir un gran número de elogios y ser revisado, el estudio quedó listo para su publicación, pero un grupo activista denominado “Mujeres en matemáticas” dijo que las conclusiones podían inducir a las mujeres a no estudiar matemáticas. Acto seguido, el jefe de departamento retiró la publicación alegando que no seguía los valores de la Universidad basados en la igualdad.
En España, entre otros destacados académicos, ha escrito sobre este asunto el lingüista José Antonio Martínez, que en lección inaugural del curso 2006-2007 en su Universidad de Oviedo dijo lo siguiente:
La intencionalidad de la corrección política va en la línea de erradicar las actitudes y pensamientos nocivos por la vía de reemplazar palabras de uso corriente con neologismos de nuevo cuño, ideados en gabinetes donde generalmente brillan por su ausencia estudiosos de la lengua.
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