Misterios expuestos

Todo, entonces, 1998, eran sueños y deseos; después vinieron las palabras y las obras. Luis Alberto de Cuenca y Almudena de Arteaga, duquesa del Infantado, nos proponen el juego de transformar palabras en sueños, ellos que son maestros de trocar los sueños en palabras. Será el domingo. Entonces ya sabremos si el Madrid ha ganado la Champions. Llámelo coincidencia, pero los de Roberto García Encinas, Intrusión Teatro, representan a la hora del partido del sábado en el Liceo una obra que cuenta, precisamente, cómo afronta un grupo de teatro su función a la misma hora que tiene lugar un partido importante. Palabras y obras tuvieron que ensamblar Enrique Cabero y Alberto Martín Expósito, después de Pérez Millán, para que aquello saliese adelante.

Uno espera cocinar palabras que expliquen cómo ha cambiado nuestra mesa estos veinte años, cómo ha crecido nuestro parque de casas de comidas, el modo en el que nuestros cocineros ha salido a Madrid Fusión a lucir su talento e imaginación, y la manera en la que todo ello ha ido a parar a las cartas de nuestros restaurantes. ¿Cuánto se hablaba de tapas en 2002? Pues eso. El turismo, han dicho hace poco, se acerca a aquellas cifras prepandémicas y los negocios viven con angustia la falta de profesionales, lo cual es un problema importante. Unos dicen que es por la dureza del oficio y otros por falta de formación o de vocaciones, como los curas. Todo puede ser, como ha sido que en el concurso de cocina más exitoso de la televisión, que reúne a talentos seleccionados de los fogones, que bordan las espumas y otras técnicas contemporáneas, los concursantes den el cante ignorando cómo se hace un flan. Incluida nuestra Verónica Gómez de Liaño, que es mi favorita para la final. Va a tener razón aquel que dudaba de que los cocineros top de las guías gastronómicas supieran freír un huevo como dios manda. Los misterios de los concursantes quedaron expuestos ignorando la que se les venía encima, como en aquel 1998.