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Sueño que no está llegando el crudo invierno y que Salamanca se destempla. Se destempla aún más si cabe y sus chupiteles son ahora de ... tristeza y luz cansada. Sueño que estoy tomando unos tragos en la Licorería Limantour, en la Roma. Estoy en la barra abierta que mira al tráfico de Álvaro Obregón y a mi Casa Lamm, mi refugio casi cosmológico de ese planeta llamado Ciudad de México, la ciudad que hicimos. Como tantas cosas sepultadas por los crímenes del tiempo, ya no existe la Librería Pegaso, otra víctima de esta acelerada cultura relámpago que nos ha fundido las neuronas y la sensibilidad. Al menos puedo imaginar aquella librería que me recuerda al caballo de Zeus y de Wifredo Ricart. Larga vida a los mitos.

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