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EL Gobierno no acierta ni cuando rectifica. Además de carajal en el que nos tiene envueltos a cuenta del pasaporte covid, la ministra de Sanidad, ... Carolina Darias, ha vuelto a cambiar el protocolo contra el virus – ese documento que dice cuándo, cómo y dónde nos tienen que hacer PCR para saber si tenemos el bicho o si debemos cumplir cuarentenas-.
En algo ha acertado ahora que los contagios, de momento poco alarmantes, han vuelto a dispararse. La ministra o sus asesores han reconsiderado que, para cualquier dolencia respiratoria, y hay muchas en estos momentos, es apropiada la prescripción de una PCR o antígenos.
Más vale pasarse, que quedarse cortos, aunque los ingresos en las unidades de críticos de los hospitales sean en estos momentos mayoritariamente de personas sin vacunar o con patologías múltiples.
Lo cierto es que los sanitarios están hasta la peineta de la pandemia y de los cambios continuos de criterio sanitario. El profesional con sentido común prescribe una prueba en cuanto se presenta un paciente con un poco de dolor de garganta, cefaleas y mocos, lo digan los protocolos colgados en la página del Ministerio de Sanidad o no, pero siempre hay alguno que lo lleva “por el libro” y aplica de forma restrictiva las recomendaciones.
Los sanitarios, aunque mermados en número, hacen bien en cubrirse las espaldas, porque está claro que con este virus nos tenemos que acostumbrar a convivir y que lo único que ha demostrado eficacia hasta el momento es la vacunación, la profilaxis y los cribados continuos y constantes para evitar la propagación incontrolada del maldito coronavirus.
En todo los demás, el protocolo está plagado de incongruencias y hay que hacer un máster en socialismo sanitario para entenderlo. Por no hablar del capítulo dedicado a los menores. Si el contagiado en un menor de edad o ha sido contacto estrecho en eso que llaman grupos burbuja, te lo mandan para casa y los padres, si están vacunados que es lo normal, se tienen que incorporar a trabajar y dejar al pequeño que se aísle solo y se cuide él mismo.
Los progenitores a currar a la oficina, aunque nadie les garantice que no están contagiados, en cuyo caso pueden infectar al resto de sus compañeros y ya tenemos uno de los temidos brotes. Eso sí, si el contagio se ha producido por las variantes ómicron, beta o gamma o si procedes o has viajado recientemente a Sudáfrica, entonces sí tienen que cumplirse las cuarentenas para todos los contactos estrechos.
Como ven está clarísimo. ¡Como si cada vez que te hacen una PCR te saliera en letras mayúsculas la variante con la que estás contagiado o como si fuera tan sencillo secuenciarla y saber el resultado de forma inmediata! Para cuando te quieras aislar, puede que ya hayas provocado un centenar de contagios y que, por supuesto, ya seas negativo. ¡Ojalá se pudieran secuenciar todas las pruebas que a diario se hacen!, pero Sanidad sabe que los recursos son muy, muy limitados y que solo se hace aleatoriamente y con una mínima parte de todas las muestras que se toman.
Un follón de tres pares, que unido a lo del pasaporte covid, que queda al albur de las comunidades autónomas y de los tribunales de justicia respectivos, es un carajal para el ciudadano provocado de nuevo porque el Gobierno socialista del señor Sánchez se ha inhibido y se ha quitado el muerto de encima.
Está por llegar el desmadre que puede ser la vacunación de los menores de 12 años, aprobada ayer por la comisión de Salud Pública, pero que la ministra de nuevo deja en manos de las comunidades autónomas el cuándo, el cómo y el dónde. Un día de estos aparecerá Sánchez a la hora del telediario para anunciar la llegada de los viales, que está prevista para el próximo lunes.
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