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Echo de menos cosas, muchas cosas. Echo de menos ver a alguien que por la calle te sonríe desde lejos cuando se va a cruzar ... contigo. Echo de menos la cara de sorpresa de esa misma persona cuando le comentas aquello tan gracioso que te pasó ayer, pero, sobre todo, echo de menos poder reconocer a la gente. Que aquí en Salamanca somos mucho de saludar, que antes, en los buenos tiempos (sí, he dicho los buenos, no he dicho diferentes), vamos, el año pasado, podías tardar veinte minutos de la plaza España a la Plaza Mayor, por aquello de ir saludando y preguntando “¿cómo estáis todos?”. Que aquí siempre hemos sido mucho de preguntar por la familia.

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lagacetadesalamanca Menos caras y mascarillas