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LLEVAMOS tres semanas del nuevo año y ya reverdecen los viejos demonios de la gresca política. Motivos no faltan, desde los ambientes crispados propios de ... todo periodo preelectoral -siempre estamos en periodo preelectoral- hasta las meteduras de pata de algún que otro zampabollos que ejerce de ministro sin saber muy bien por qué. Convendrán conmigo en que de esos hay más de uno (y de una) en el Gobierno. Personajes mostrencos a los que en mi pueblo hubieran tildado de calabuernos, término alusivo a alguien zopenco, zote, lerdo, poco avisado intelectualmente o chapucero en su comportamiento. Pero que en nuestra sociedad gozan de privilegios, salarios y gabelas, haciendo bueno aquello de Montaigne de que no hay mayor disciplina que la de los soldados mercenarios.

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