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Veo un capítulo de “Modern Love” y me siento como su protagonista, Anne Hathaway, bipolar, bipolar sin serlo, aunque... ¿cómo no ser hoy bipolar a ... la fuerza viviendo estos tiempos convulsos y estúpidos, llenos de gente cuando menos “rara”, del poder político al vecino del tercero? Con este panorama, cualquiera con un mínimo de decencia e inteligencia debería ser diagnosticado bipolar, bipolar social, pues vivimos en un continuo “up and down”: del fin de los tiempos a un rayo de esperanza, pero siempre bordeando el lado oscuro. La vida parece haber quedado congelada, pues hoy solo somos clones del ser humano que fuimos, básicamente un ser apasionado... en la ciencia, en las artes, en el amor... en la vida, de un libro a una noche de verano. De aquel ser humano queda el recuerdo, huellas de una civilización que a los “millennials” les parece la Edad Media.
Vivimos en una sociedad de burbujas. Todos vivimos en una: la casa-burbuja, la familia-burbuja, la rutina-burbuja; burbujas que necesitamos sí o sí para aislarnos de un mundo exterior cada vez menos amable. Sólo el sol permanece en su brillante papel.
De Madrid a Ottawa, de Ottawa a Washington DC, de Washington DC a Londres... todo es un lío, gente loca, políticos locos... Presos que arengan a sus fieles desde la cárcel, muertos del siglo pasado que “resucitan” en el XXI, universidades quebradas... intelectualmente, talibanes contra todo y contra todos, nazis.com, la creatividad reducida al pelotazo tecnológico, los trabajos alienantes, las caras largas, tristes, enojadas, duras... en el metro, en el banco, en la floristería... Es como vivir en el videoclip de “Everybody Hurts”, de R.E.M. Hemos hecho de la desgracia un medio de vida: nacimos para encontrar la felicidad y a la vuelta de los siglos nos encontramos bajo una lluvia de tristeza que no para.
...Llegamos a la Luna, salimos de la Guerra Fría, tiramos la vergüenza del Muro de Berlín, conquistamos la conciencia democrática, unimos Europa, Gran Bretaña dejó de ser una isla, nos caímos, hicimos surf en Hawái, nos levantamos y nos volvimos a caer, y nos volvimos a levantar... Hicimos una maestría de Arquitectura en São Paulo y nos graduamos en la Universidad de Sicarusa... Pero como la canción de los texanos de “Intocable”, ¿y todo para qué? Y todo para qué si hemos acabado abandonándonos en un rincón del “timeline” de la Historia, incapaces de pensar, de votar, de crecer, rendidos a un borreguismo inaceptable, de ahí los miedos de Anne Hathaway ante el mundo, ante los hombres. Ante la felicidad.
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