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Matria es el título de un brillante poemario de mi querida y admirada amiga Raquel Lanseros, desde el que indaga en la propia identidad y ... la parte más íntima de la realidad. Y también es un concepto que, como bien dijo Yolanda Díaz, utilizaron Unamuno, Borges, Virginia Woolf o Julia Kristeva “y que nada tiene que ver con la tierra de nacimiento, ni con el Estado, sino con un lugar interior en el que crear un lugar propio”. Es decir que no es, desde luego, la traducción de “motherland”, ni tiene nada que ver con la patria (salvo, tal vez, en el planteamiento de Unamuno). Más allá de que el concepto sea hermoso y esté bien traído en los textos de intelectuales diversos, me pregunto cuál es el propósito del discurso de la ministra de Trabajo al intentar tergiversarlo todo y sugerir la necesidad de cambiar “Patria” por “Matria”. Además de ser cosas distintas ¿por qué habría de ser una mejor que la otra? Y si hiciéramos tal cambio ¿deberíamos hablar del “padre matria” en vez de la “madre patria”? ¿Por qué ese extraño feminismo con sesgo político, del que se ha apropiado Unidas Podemos, decide por el mundo femenino al completo?

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