Mascar retama
Miércoles, 17 de noviembre 2021, 04:00
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Miércoles, 17 de noviembre 2021, 04:00
SE mascaba el desenlace y se ha confirmado. Los civitatenses están hoy “amargados, coléricos o descontentos”, que es académica y coloquialmente lo que significa “mascar ... retama” (con eme, aunque curiosamente, el motivo de su enojo se apellide Retana, con ene). La Iglesia se ha equivocado nombrando un solo obispo para Salamanca y Ciudad Rodrigo. Monseñor José Luis Retana Gozalo, compartirá con Salamanca aquella Diócesis, desaparecida tras casi nueve siglos de historia. La “Rondalla tres columnas” podrá cantar ¡ay Berzosa, ay Berzosa!, si te hubieras quedado, sería otra cosa. Pero aquel último Obispo, culto y guapo, dimitió por motivos aún no conocidos, solo supuestos, y comenzó el problema. Coincide el nombramiento con la solicitud de perdón de monseñor Omella, en nombre de la Conferencia Episcopal, por las “inconsistencias” de la Iglesia española, entre las que no sabemos si incluye la de privar a la grey de Ciudad Rodrigo y su socampana, de un nuevo obispo. Ojo, sin compartir, por muy de moda que esté ese verbo.
Si, ya sabemos que se mantiene toda la estructura eclesiástica actual, pero coño, la cabeza es la cabeza. Sucesor de Pedro solo hay uno. Con ese argumento, podría prescindirse del buen alcalde Marcos Iglesias – menudo apellido en esta coyuntura -, que ha manifestado su “tristeza y pesar”. Tomaría el bastón rodericense el alcalde de Salamanca, que es estupendo. Eso sí, manteniéndose toda la Corporación mirobrigense.
Otros ejemplos gruesos: doy por hecho que el día de San Sebastián – patrono de la ciudad -, monseñor Retana oficiará en la hermosa catedral de Ciudad Rodrigo. Pero ¿el Viernes Santo, procesionará aquí o allá? ¿Y el Corpus? ¿Llegará el olor a oveja – como desea el Papa Francisco -, de los pueblos de la Raya de Portugal, hasta la sede episcopal de Salamanca?
En estos difíciles tiempos para la Iglesia, ¡se necesitan obispos de Infantería!, no “in persona episcopi”, no compartidos. Hay mucho terreno que pisar y conquistar para la Iglesia, que pierde lenta e inexorablemente, acólitos y fieles. Mi respeto y plegarias para el nuevo obispo, nacido en el formidable balcón del Tiétar, avalado ayer en estas páginas nada menos que por el Premio Ratzinger – “Nobel” de Teología -, el también abulense Olegario González de Cardedal.
Es la inagotable cantera espiritual de la provincia de Ávila, y la cordillera de Gredos, con Blázquez, López, Retana... Salamanca y Ávila son ciudades levíticas, en el sentido de Baroja, Umbral, Del Pozo o Prada, pero hay quienes sostienen que Salamanca es una ciudad para pecar y Ávila para arrepentirse. Pecaría yo si no dijera que todos debemos asumir el nombramiento con cristiana resignación. Mereceríamos ser lo que Olegario sostiene: “Una comunidad diocesana es santa si ora mucho por su obispo”. Dejemos de mascar retama y oremos.
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