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SE mascaba el desenlace y se ha confirmado. Los civitatenses están hoy “amargados, coléricos o descontentos”, que es académica y coloquialmente lo que significa “mascar ... retama” (con eme, aunque curiosamente, el motivo de su enojo se apellide Retana, con ene). La Iglesia se ha equivocado nombrando un solo obispo para Salamanca y Ciudad Rodrigo. Monseñor José Luis Retana Gozalo, compartirá con Salamanca aquella Diócesis, desaparecida tras casi nueve siglos de historia. La “Rondalla tres columnas” podrá cantar ¡ay Berzosa, ay Berzosa!, si te hubieras quedado, sería otra cosa. Pero aquel último Obispo, culto y guapo, dimitió por motivos aún no conocidos, solo supuestos, y comenzó el problema. Coincide el nombramiento con la solicitud de perdón de monseñor Omella, en nombre de la Conferencia Episcopal, por las “inconsistencias” de la Iglesia española, entre las que no sabemos si incluye la de privar a la grey de Ciudad Rodrigo y su socampana, de un nuevo obispo. Ojo, sin compartir, por muy de moda que esté ese verbo.

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