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Sesteando andaba, después de haber disfrutado de los colores del otoño durante una excursión mañanera a la Garganta del Oso en Candelario, cuando me saltó una alarma en la que se informaba de que mi dilecto y nunca bien ponderado presidente se disponía a martirizarnos ... con otra homilía de las suyas, vespertina y dominguera. ¿A cuento de qué?, me dije entre sueños. ¿Qué habrá pasado para que este hombre trabaje en domingo? ¿Nos echará de menos?

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