Borrar
DESDE LA TRIBUNA

Del odio al amor... por Vox

Los de Abascal silbarán y mirarán para otro lado mientras pactan con el PSOE y los de Sánchez pierden el asco a Vox ·

Miércoles, 7 de junio 2023, 05:00

En Vox se ha impuesto la ley del silencio desde la noche electoral del 28 de mayo. Nadie abre la boca porque no los dejan y el que incumple corre el riesgo de que le apeen de las candidaturas que están por hacer. Ni siquiera el dicharachero vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, que hasta ahora no le importaba meterse en todos los charcos políticos y comprometer a su socio Alfonso Fernández Mañueco ha vuelto a decir nada. Solo habla por redes sociales y nada de pactos.

El vicepresidente de Castilla y León viajó por toda la geografía nacional, incluidas las islas, como un auténtico líder en apoyo a los candidatos locales y autonómicos, pero una vez finalizada la campaña le tienen prohibidas las ruedas de prensa y los micrófonos.

Los acuerdos para los ayuntamientos, diputaciones y autonomías pasarán por el filtro de Madrid, como siempre. Abascal no se fía.

En los territorios no se decide nada, básicamente porque ni cortan ni pinchan y todo pasa por la sede central del partido. La verdad es que es la formación política que más control ejerce en sus representantes.

El partido de Santiago Abascal no tiene prácticamente ningún poder de decisión en ninguno de los ayuntamientos de Salamanca, amén de poco más de media docena de municipios donde podría desbancar al PSOE si se uniera con el PP. Béjar y Alba de Tormes son los más importantes, aunque seguramente en estas dos localidades no quedarán en evidencia las incongruencias de la derecha y la izquierda que tanto se odia ante un micrófono.

En Vox niegan un pacto antinatura con los socialistas y lo mismo dicen en el PSOE, pero si los hacen sus concejales, harán el paripé de expulsarlos de los respectivos partidos y a otra cosa mariposa.

Nadie en Vox está autorizado para hablar, a no ser que se llame Santiago Abascal, que en Madrid está interpretando el papel de su vida al hacerse imprescindible para amortizar al PSOE de Pedro Sánchez. Sin embargo, en pequeños municipios, como Sotoserrano o Carrascal de Barregas se pone a silbar y mira para otro lado mientras sus candidatos se entienden por acción u omisión. Es decir que es posible que se dejen querer por el enemigo y arrebaten las alcaldías a los populares. Luego se hará el ofendidito e interpretará el proceso de expulsión con la apertura del expediente.

Tres cuartos de lo mismo ocurre con el PSOE, que ha desautorizado pacto alguno con el «partido de la ultraderecha». Pero se dejarán querer en Carrascal de Barregas si los suyos respaldan a los de Santiago Abascal en Sotoserrano. Dejarse querer no está prohibido en los códigos internos de los partidos.

Lo importante es atrapar el poder y no soltarlo. Abascal recriminó durante la campaña a Feijóo por ofrecer pactos al PSOE. «¿Cómo se puede pactar con un partido con tan pocos escrúpulos, con el socio de Bildu, con el socio de los separatistas catalanes?», criticó el líder de Vox. Ahora también podría hacerse la misma pregunta él. Pero una cosa es predicar y otra es dar trigo.

Los socialistas llevan haciendo ascos de los de Vox durante toda la campaña, pero también con la boca chica porque a la menor oportunidad que tienen llegan a un acuerdo con el mismísimo diablo con tal de echar a los populares y ganar en un pueblo más, aunque sea pequeño.

Los de Abascal silbarán y mirarán para otro lado mientras llegan a acuerdos con el PSOE y los de Sánchez pierden el asco de repente a Vox si a cambio ganan una alcaldía, por chica que sea. Así están las cosas. Entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero.

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lagacetadesalamanca Del odio al amor... por Vox