Secciones
Destacamos
Antonio Mesonero Briones nace en 1930 y con 14 años se inicia como “echador”, ínfima categoría del gremio de camareros, subiendo poco a poco en ... el escalafón. El 12 de febrero de 1964 se establece por su cuenta en un local de los portales de San Antonio, ayudándole en lo que quiere sea una taberna típica clásica, sus amigos Ramón Melero, Rafael Basulí y Agustín Casillas. Le da el nombre de “La Covachuela” y el escultor Agustín Casillas le confiere el título de “Maese”, sobrenombre que tuvo éxito.
Quiere agradecer de forma elegante el lujo social de la “propina” y comienza a practicar tirando monedas al aire que recoge certeramente, tras la pirueta, en los bolsillos de su inmaculada chaquetilla blanca. Poco a poco se convierte en un virtuoso y elige una oferente bandeja, unas pesetas volatineras y unos bolsillos recipiendarios con los que montar el espectáculo que llena su local, hasta el extremo de tener que gritar a menudo: “Baldosa nº 25, libre”.
Lleno el aforo, comienza su actuación, intercalando el recitado del siguiente romance, trasunto del que prometiera el catedrático Laínez Alcalá al escultor:
“El sitio más céntrico de Salamanca. / Portales de San Antonio / de la salmantina escuela / sois el mejor testimonio / para honrar la Covachuela. / A milímetro y medio / del monumento más grande del mundo / nuestra querida Plaza Mayor/ ahí se encuentra la Covachuela. / Hay un torero en la puerta / en la puerta de la entrada / con la montera en la mano / sobre la piedra labrada. / Aquí están las viejas vigas / sujetas con viejos clavos / y al lado una piel de toro / con los hierros del ganado.
El Lazarillo de Tormes / se metió en la Covachuela / y dicen que desde entonces / su historia en el mundo suena. / Covachuela es el hogar / de estudiantes, de vencejos, / reunión de lindas chiquillas / como primavera y viento. / El Lazarillo aquí vino / a ser duende de mi cueva / y a imaginarse que era / el ladrón de mi bodega. / ¡Cuántas noches me quedé /prendido, mirándolo a solas! / A la Covachuela vino / a agradecer las horas / al maestro hostelero / que la hizo sentir / y vivir con el alma / que la ha unido a ti, Salamanca. / Salamanca, que enhechiza / la voluntad de volver a ella / a todos los que tienen la amabilidad / de venir a visitarla. / Repito: / París siempre será París, / pero le falta la Covachuela / la taberna más típica de Europa / con la bandeja más grande de Europa. / A milímetro y medio / del monumento más grande del mundo / nuestra querida Plaza Mayor / ahí se encuentra la Covachuela. / Gracias”.
Fallece el 15 de setiembre de 2005.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a José María Hernández Pérez. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.