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Resulta ocioso incidir en el impacto que en el imaginario popular supone la celebración del Lunes de Aguas. Quien más y quien menos conoce la ... tradición de esa fiesta profana movible que tendrá lugar mañana. Quién no ha oído hablar, o ha leído, acerca de la inveterada costumbre del fornicio pecaminoso (¿?) en determinadas zonas de una ciudad eminentemente estudiantil y jaranera, como nos recuerda Cervantes en La tía fingida: “Advierte, hija mía, que estás en Salamanca... y que de ordinario cursan en ella diez o doce mil estudiantes, gente moza, antojadiza, arrojada, libre, aficionada, gastadora...” y, añadiríamos, putañera.
Lunes de Aguas y hornazo son inseparables, aunque el hornazo se siga vendiendo y degustando todo el año. La popularidad de esta típica empanada salmantina rebasa en la actualidad las fronteras provinciales a causa de los miles de turistas que la llevan consigo como sustancial —y sustancioso— recuerdo de su paso por la ciudad. La oferta de hornazos es variada, como cualquiera puede apreciar: rectangulares, redondos, de masa hojaldrada, dulce, con o sin huevos cocidos, y exhibiendo diferentes decoraciones, generalmente en forma de rejilla. Lo que de ninguna manera pueden faltar son los sabrosos ingredientes que alberga en su interior: jamón, lomo de cerdo, chorizo...
Digamos como curiosidad que el término “hornazo” ya era conocido por Santa Teresa, y así aparece en una de las expresiones familiares con las que la Santa andariega adornaba sus místicas y sesudas reflexiones. En una de las cartas podemos leer: “Olvidábaseme de suplicar a vuestra paternidad una cosa en hornazo...” Por fortuna para sus hijas, Teresa no debía de seguir al pie de la letra los principios austeros de su compañero de fatigas Juan de la Cruz, cuando, en lo tocante a la alimentación, aconsejaba a los miembros de la comunidad ser frugales, huir de lo sabroso y ceñirse a lo desabrido. Seguro que entre los pucheros teresianos habría de vez en cuando más sustancia, aunque el hornazo se reservara para las grandes solemnidades.
No hay cocina en el mundo sin una receta en la que carnes o verduras aniden en el interior de algún tipo de masa. Conocemos los tortellini, los rollos de primavera, las empanadas tipo argentino o los Cornish pasties (pasteles de Cornualles), amparados en la actualidad por denominación de origen protegida. Ahora, está de triste actualidad la dolorosa tragedia de Ucrania. Pues bien, también allí tienen su propia versión de la empanada llamada vareniki, que entre su relleno más habitual incluye repollo, cebolla y panceta dentro de una masa convencional. Por desgracia, en Ucrania no está el horno para varenikis. Nosotros, en cambio, sí podemos disfrutar del hornazo salmantino tal día como mañana. Feliz Lunes de Aguas, sin lluvia a ser posible.
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