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Hace escasos dos días las “moles” del campo tomaron las arterias principales de la ciudad para salir a defender lo que no se defiende. Y ... digo bien, lo que no se ha defendido y sigue sin defenderse. Me da igual que hablemos a nivel local, que autonómico, que nacional. Ahora que el hijo pobre y tonto de la economía, me refiero al sector primario, se ha puesto de moda para todo el mundo, urbanita claro, con palabras como: campo, España vaciada, el interior peninsular, la despoblación... no puedo por menos que echarme una carcajada amarga y dolorosa por la nula sensibilidad que se ha tenido y se tiene con todo un sector del que dependemos para vivir. Sí, queridos lectores, del que dependemos para comer y vivir, pues si por nuestra boca no entran alimentos... nos morimos. Además pongo en énfasis que aquellos alimentos tratados y hacinados perjudican seriamente a la salud. Últimas investigaciones advierten de que, en un porcentaje alto de los cánceres estudiados, la alimentación y el tipo de vida son factores nada desdeñables en su aparición. Y se llena la boca de “una alimentación sana es fundamental”. Y ahora les pregunto ¿de dónde piensan ustedes que va a salir una alimentación sana? ¿De las fábricas y de las grandes urbes?...
Ahora que está de moda el planeta, la ecología, la sostenibilidad, etc. el sector primario qué es ¿el que más contamina? “Váyase usted a hacer gárgaras”, por ser discreta, les diríamos muchos a todos esos incultos desconocedores del campo que no tienen ni idea de lo que están hablando. El Planeta ha sido sostenible hasta la revolución industrial porque las grandes economías nos engañaron haciendo esclavos industriales y denostando el sector primario como obsoleto, paleto y de quinta. Menuda vergüenza, en vez de invertir en él y modernizarlo como Dios manda y no con limosnas. El sector primario es el que gestiona el planeta y por ende la tierra. España tiene con este sector un problema estructural al que jamás ha hincado el diente sin miedo. Ya va siendo hora de que el personal se entere de que el campo actual nada tiene que ver con el del siglo XIX o la primera mitad del siglo XX. Les diré que de ese campo denostado han salido la mayoría de los profesionales, abogados, médicos, ingenieros, profesores... que hoy controlan las instituciones y poderes del país. Hay todavía muchos “decimonónicos” entre nosotros que, aun siendo hijos de la economía de un pueblo, eso sí, que ya viven en ciudad, critican que los del campo tienen debajo de la boina un capital. Vergüenza me daría decirlo y ni siquiera pensarlo. Si así hubiera sido, ellos serían los primeros que no habrían abandonado sus pueblos de origen, para irse a ganar un sueldo sin libertad y mucho más contaminado, a una ciudad.
Se queja el campo, se quejan sus empresas, se quejan sus gentes, se queja la tierra, las aguas y el aire pero... qué más da, si como son ciudadanos de quinta no pasa nada, eso sí, su voto vale igual, pagan los mismos impuestos y por supuesto no tienen ni una décima parte de servicios ni de infraestructuras.
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