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Lo son, o al menos se lo creen. Son jóvenes, son ídolos, son aclamados, reciben trato de favor y ven sus caras en portadas de ... periódicos, en la televisión, en enormes carteles en edificios... Estoy hablando de los deportistas de élite, más en concreto, en este caso, de los futbolistas.
Es verdad que hay de todo, que los hay “normales” (y en este aspecto la normalidad se sale de lo común y sorprende por escasez). Hay tipos como Puyol, Zidane o Lucas Vázquez. Pero no son muchos. Porque a los futbolistas les permitimos cosas que al más común de los mortales le echaríamos en cara sin dudar. No hace mucho hemos podido ver cómo Messi y CR7 eran aplaudidos al salir de los juzgados por defraudar a Hacienda. Entiendo que se aplaude al personaje y no al acto en sí, pero no puedo evitar que la escena me chirríe.
Una de las máximas expresiones de ese doble rasero del que hablo, de esa permisividad que tenemos con los futbolistas y no con la gente de a pie, la estamos viviendo estos días con la muerte del futbolista José Antonio Reyes. Y está claro que la muerte de cualquier persona, siempre es un hecho a lamentar, pero, y aquí vamos a lo importante de la cuestión, no veo que se le esté dando importancia al hecho de que fuera a 237 kilómetros por hora. Podríamos decir que es una irresponsabilidad, que es una locura, que está fuera del sentido común, pero no es el caso, esta vez el hecho de pasarse por el arco del triunfo la normativa que es para todos, llegando a casi duplicar la velocidad máxima permitida, ha tenido fatales consecuencias, no solo para el propio futbolista, si no también para sus dos acompañantes. No olvidemos que el hecho de que Reyes condujera a esa velocidad ha supuesto la muerte de una persona.
Pero claro, esto queda feo decirlo. Es más cómodo recordar los partidos que jugó, los goles que metió, los regates, los pases... Dejemos en el tintero la barbaridad que ha cometido. Pan y circo. Incluso he oído a los que recordaban a Antonio Puerta, y no, las muertes no son lo mismo. No es lo mismo fallecer jugando un partido en el campo, que tomando la decisión, cuando menos cuestionable, de pisar el acelerador hasta el fondo. Lo siento, pero no es lo mismo.
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