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Los Presupuestos Generales del Estado dan por supuesta una nueva normalidad política muy difícil de digerir. Ni siquiera la mascarilla disimula el hedor nauseabundo que supone un acuerdo con los herederos de Batasuna. Los descendientes del tiro en la nuca están llamados ahora a “dirigir ... el Estado”, según Pablo Iglesias. Bildu es Bildu por mucho que el vicepresidente se empeñe en blanquearlos ahora que necesita su puñado de escaños. La memoria histórica no debería ser tan selectiva como para aparcar tanto dolor cercano, tantos crímenes recientes que se han llevado cientos de vidas y que han intentado acabar con nuestra democracia. Fue antes de ayer cuando nos sobresaltábamos con sus atentados y es hoy cuando nos piden el olvido, sin que muchos de esos asesinos se hayan dignado a pedir perdón. Bastaría con mirar a los ojos de las víctimas del terrorismo para entenderlo.
El repugnante guiño a Otegi con el que este gobierno ha coronado la semana, como todo, tiene un coste que llevamos meses pagando. El líder batasuno, como buen conocedor del impuesto revolucionario, está cobrando el chantaje de su apoyo con el acercamiento de los presos de la banda. A estas alturas Moncloa ya se ha llevado a la mitad de los terroristas que hay en prisión, a cárceles cercanas al País Vasco. Eso que sepamos, porque también esta semana los diputados de Bildu han amenazado con extender el acuerdo durante toda la legislatura y con “tumbar el régimen”. Lo mismo que siempre han pretendido pero con la diferencia de que nunca han sido socios preferentes de ningún gobierno.
El pago de favores sospechosamente peligrosos para aprobar las cuentas públicas continúa con otro sinfín de transigencias con Esquerra Republicana. Los separatistas catalanes, a cambio de su apoyo, se van a llevar por delante al castellano como lengua vehicular. Ahí es nada. Además consiguen, como siempre, más dinero para pagar caprichos absurdos como la ridícula Agencia Espacial Catalana, la mesa de diálogo, la reforma a la carta del delito de sedición y la tramitación de los indultos para sacar de la cárcel a sus cabecillas.
Así llegan los nuevos “por supuestos” de un gobierno que paga antojos a unos socios que no lo deberían ser. Y más cuando tiene la posibilidad de abrir una vía con Ciudadanos que le da más estabilidad y le evita tener que negociar con tanta con gente que está en la cárcel por algo.
Eso sin contar los impuestos que todos tendremos que abonar a costa de disparar el gasto y la deuda durante muchos años. Esto último es discutible, faltaría más. Lo que debería ser incuestionable es lo que le he contado en los tres primeros párrafos de este artículo. A no ser que la falta de escrúpulos haga que la balanza se incline siempre del lado de la estrategia. Y a partir de ahí, todo vale. Que es lo que este gobierno siempre acababa dando por supuesto.
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