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A finales del siglo XIX comienzan a ejercer el oficio gran cantidad de limpiabotas que se distribuyen por los arcos de la Plaza Mayor, entre ... el Pasaje y el callejón de lo que luego fue Coliseum y por los principales cafés de la capital, que eran: La Perla, Suizo, Las Cuatro Estaciones, Pasaje y Novelty. Fueron los primeros del gremio: el Cantalpino, el Perdigón, el Colás, el Belmonte, el Chago y el Barrabás.
En 1909 al tiempo que se anuncia la liquidación de la Relojería de Pedro Blanco Hermosilla que ya funcionaba en 1880, en la Plaza Mayor número 44, se subasta por su dueño en julio de 1897. No se encuentra comprador y durante algunos años cierra y abre la relojería y se alquila como tienda en varias ocasiones y, en una de ellas, abre sus puertas el primer salón de limpiabotas, propiedad de Matías Sánchez, junto a la Central del ferrocarril de Leandro Hernández Bellido “El Canario”, que ha anunciado su cambio a la calle del Dr. Riesco.
En 28 de mayo de 1912 el Ayuntamiento presidido por don Antonio Díez González deja sobre la mesa para su estudio durante ocho días la instancia de Isidoro Cabezas para instalar un salón de limpiabotas y venta de periódicos en la Plaza Mayor. No se vuelve a tener noticias del asunto hasta que el 2 de julio inaugura el salón de limpiabotas, pero trasladado a la calle del doctor Riesco, al igual que antes lo había hecho “El Canario”.
Bajo el Arco de san Fernando de la Plaza Mayor, en 1888 se construyó una escalinata para bajada a los soportales pues hasta entonces era una rampa de tierra demasiado peligrosa dado su gran desnivel y en 1902 existía un kiosko de prensa bajo el arco.
El 17 de mayo de 1916 se instalaron unos servicios de urinarios públicos que estuvieron algún tiempo cerrados hasta que, a partir de 1921, se construyó un quiosco metálico acristalado en los cuatro laterales y acceso por la Plaza, dedicado a diferentes usos con el paso del tiempo: al principio fue alquilado a Rosa Martín que aparte de la prensa destinó una parte a la “Continental de Turismo” y el 13/10/1929 inauguró un salón de limpiabotas. Santiago Pérez Iglesias tomó el kiosko de prensa que cerró con puerta metálica en 1931; después la mitad de la superficie dedicada a salón de limpiabotas la cogió Ricardo, “El Calvo”, que a su vez era dueño del salón de billares a la entrada de la calle del Prior y la otra mitad a despacho de prensa.
Con el tiempo se estableció en la parte baja el negocio de cueros con especialidad en la confección de botos camperos de Angel Barrado Pérez, “Campero”, que llegaba de una zapatería en la calle de Toro al lado del Banco de España y que el 28 de febrero de 1944 se traslada a la plaza del Corrillo, número 3, Campero “Salón de limpiabotas” que hace el botón como nadie, sustituyendo a una peluquería, que había sido antes la Tintorería Madrid, para pasar en 1964 a Meléndez, 21. Era su proveedor habitual y casi exclusivo de botos camperos Leopoldo Hernández, (hermano de los también artesanos José y Agapito, “los Artesanos de Mogarraz” de la calle de la Rúa), antes de aposentarse en La Alberca, tras su matrimonio con Francisca Luis Sanz.
En 1918 en el número 6 de la calle Concejo existe el Gran Salón Limpiabotas y Continental Exprés. En 1944 se instala en la calle Deán Polo Benito, número 1, un taller de limpieza de calzado, casa especializada en toda clase de teñidos, que confecciona también botos camperos y zapatos a medida.
Gregorio Pina Varón tuvo un kiosko salón en 1935, sin que conste lugar y se dio el caso de la existencia de una chica limpiabotas a finales de los 50. Se trata de Rosario González Hernández que ejerció el oficio en el salón de belleza “Juanita”, de la que era peluquera y la dueña quiso innovar, haciéndolo con fortuna, no sin tener la precaución de trabajar con guantes.
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