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“Arrastrando su hambre por el cielo”, en busca de carroña y carne corrompida, van los buitres por el poema de Samuel Beckett, el irlandés ... que fuera Premio Nobel de Literatura en 1969. Buitres de aquellos que se enseñoreaban, altivos y mayestáticos, en los riscos de los programas televisivos de Félix Rodríguez de la Fuente. Buitres que por entonces se decían necrófagos, es decir, que se alimentaban de cadáveres, regalando así a los ganaderos un servicio gratuito y ecológico de retirada de los animales que morían en el campo. Buitres, también, como “El buitre” del mismo Unamuno: aquel de ceño torvo y pico corvo, que el poeta pudo sentir en su entraña como una metáfora inevitable de muerte. Porque para don Miguel, como para otros pensadores, los buitres eran eso: sombras voraces que sobrevolaban la tierra viva, escudriñando el último suspiro de la existencia, para tirarse luego en picado sobre la muerte y pegarse el gran festín.

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lagacetadesalamanca Los buitres