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Lo de 2020, como me dijo hace poco una amiga, es para mear y no echar gota. Es que este año lo tiene todito. Tenemos ... pandemia, tenemos un Gobierno de pandereta, tenemos una oposición de risa... Si hace dos años alguien nos cuenta cómo vamos a estar a día de hoy no le cree nadie. Es más, seguro que le tachan de loco, se ríen en su cara y le dicen algo del estilo de “no bebas más anda”.
Pues mire usted por dónde aquí andamos pasándolas canutas. El día a día de este año da más miedo que cualquier novela de Stephen King, que fijo que muchos (yo entre ellos) seguimos esperando a que salga alguien con una cámara y nos grite eso de “¡Inocente, inocente!”. Y, si va a ser así, que se den prisa, que la bromita ya está durando demasiado.
Pero no, de broma nada, que nos lo tomemos a broma es otra cosa, pero tenemos un problemón en todo lo alto del que tenemos que ser conscientes. Y, que yo sepa, la única forma de conseguir solucionar las cosas, es poner todos nuestro granito de arena.
Los dos pilares en los que se sustenta Salamanca son el turismo y la Universidad. Del turismo ya hemos hablado en otras ocasiones, así que pensemos en este caso en la Universidad. Salamanca lo que necesita para inyectar dinero y vida a la ciudad son los universitarios. Por eso es importante que las clases, o al menos una parte de ellas, sean presenciales (aparte de las ventajas que lleva para los propios universitarios el tener al profesor cara a cara, bueno, mascarilla a mascarilla). De ahí que se haya creado un protocolo en el que se especifica que es importante ventilar bien las aulas. Y, digo yo, que la misma persona que abre la puerta del aula debería ser la que abriera la ventana con este fin. No es tan descabellado ¿no?
Parece que sí lo es. Porque los bedeles de la Universidad han decidido que eso no es competencia suya, que no van a abrir y cerrar las ventanas, que eso es mucho esfuerzo, oiga. No lo puedo entender. Porque seguro que esos mismos bedeles son de los que a las ocho de la tarde salían al balcón a aplaudir, los que ponían el “Resistiré” y los que se quejan cuando ven a alguien sin mascarilla. ¿Pero poner algo de su parte? No hijo no. Ellos prefieren quedarse tranquilos viendo la tele.
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