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Cuando un amor se rompe, otros ya sabían que se iba a romper. Lo delataban los currículos de los amantes o ese café que uno ... se tomó en no sé qué cafetería, según contó no sé quién y no trascendió porque no se quería echar leña al fuego... “Después de verle los testículos a la vaca, que fácil es saber que es un toro”, dice el refrán. Desgraciadamente, todos somos muy listos cuando las cosas han pasado y conocemos de primera mano lo que desconocíamos antes de que se nos comunicara. O incluso somos capaces de inventarlo si llega el caso, con tal de seguir pareciendo más informados que los demás, sobre asuntos que solo atañen a sus protagonistas. La ruptura de una pareja pública acaba siendo pública, inevitablemente; pero una vez confesada con absoluta tranquilidad por los rompientes ¿qué sentido tiene andar buscando el porqué de la separación o el extender una noticia que se acaba en la misma declaración? ¿Acaso es de interés público lo que se oculta tras la puerta que resguarda la intimidad de cualquier pareja? Y si se trata de una conocida, querida y respetada ¿con qué intención se busca cualquier atisbo de engaño o fealdad que pueda acabar con el cariño y la complicidad de quienes prefieren apartarse a vivir una vida sin el amor que previamente sintieron el uno por el otro?

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lagacetadesalamanca Los amores rotos