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La cola se ha convertido en el nuevo orden social, igual que la mascarilla ha pasado de complemento a prenda obligatoria por orden del BOE. ... Esta semana he visto colas para sentarse en una terraza y en ellas, a pesar de sus mascarillas, a gente muy ilustre. El viernes, al atardecer, había lista de espera para algunas terrazas, que son ahora espacios de libertad o intercambiadores hacia la nueva normalidad. La afición por las terrazas es en este momento devoción y la única vacuna posible contra este virus está en el acceso al interior de los bares y cafés para consumir dentro, lo cual será posible con restricciones desde mañana, así que menos mal porque el primer café de la mañana a la intemperie carece de sentido: se queda helado al instante de ponerlo en la mesa. Es una de las novedades de la ya tangible fase 2 a la que llegamos con apuros y a la que, en condiciones normales, echaremos el cierre el 21 de junio, cuando hayamos dejado atrás las fiestas de San Juan de Sahagún y celebremos ese día la noche más corta del año, recordando, quizás, la larguísima noche de confinamiento de la que venimos y echando a la hoguera muchos recuerdos–otros no—para celebrar sobre sus cenizas que lo que sea, está más cerca.

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