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CORRÍAN los años siguientes a la terminación de la Guerra Incivil y los frailes capuchinos del campo de San Francisco, con Manuel Fernández Vega, “fray ... Mauricio de Begoña” como guardián y entre otros religiosos el zamorano Francisco Llordén Rodríguez, “fray David de la Calzada”, célebre por sus campañas contra la blasfemia, tenían en nómina a tres monaguillos, que se llamaban: Feliciano Pérez Varas, luego catedrático y secretario general de la Universidad, su hermano Pablo y su primo José María Hernández Pérez. Prestados por los Capuchinos, atendían alternativamente, como hijuela, a los servicios religiosos del único irlandés que se mantuvo en Salamanca tras la anexión del Colegio Mayor de Santiago el Zebedeo por las tropas alemanas que lo convirtieron en la sede de su embajada, más tarde ocupado por fuerzas militares españolas y pendiente del cierre definitivo como colegio de Irlandeses. Se trataba del Rector, el reverendo Alexander McCabe al que, los tres monaguillos le conocíamos por “cho piscan”, pues esa era la onomatopeya de su muy sentido y piadoso “dóminus vobiscum” durante la celebración litúrgica.

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